jueves, 22 de noviembre de 2012

LA LLEGADA DE LOS CHICOS


LA LLEGADA DE LOS CHICOS

Yo conocía a casi todos y se los presente a Carmen.

Los chicos empezaron a hacer preguntas, pero, evidentemente no fueron contestadas.

Nerviosos nos siguieron.

Cuando vieron el escenario preparado, los "cabronas" empezaron a escucharse, hasta que la voz de Rachel se elevo sobre el resto diciendo, Cabrona no, utópica.

- Bueno, esta vez no soy yo la culpable.

Dije agarrando a Carmen por la cintura.

Tras el barullo inicial, comenzaron a percatarse de los invitados a tan especial fiesta.

Sin duda, Maeloc y Látigo fueron los que se llevaron los abrazos más apretados y los besos más sugerentes.

Eran dos personas queridas y la mayoría no habíamos tenido oportunidad de ponerles cara.

Colocamos la bebida y empezamos a picar algo, intentando que el ambiente se relajara, pero los chicos, a pesar de conocernos la mayoría, o quizás por eso, permanecían juntos, apartados, observando a su alrededor.


Necesitábamos que se tranquilizaran, o nada de eso tendría sentido, a si que, con un vino en la mano, me acerque a Magda, para hacer que se derramara parte de el por su pecho.

Lamí ansiosa, intentando que todos nuestros invitados vieran su carita.

Si, aquello daba resultado, Reinamora me miró desafiante, y me encaminé a ella. Agarró mi pelo echándolo hacia atrás y empezó a besarme, casi mordiéndome. Como siempre, la respondí tirando, aún mas de su pelo, besándola, aun más fuerte, y azotando su culo mientras la decía, bien en alto:

- Nena, no puedes conmigo, no lo intentes.

Para los que no nos conocen, diré que, lo mío con Reinamora no era solo una guerra de mentes, también se convertía, de vez en cuando, en una guerra de cuerpos.

El vino, mas charlas y algún que otro roce hicieron el resto.

Cuando consideré que el ambiente estaba preparado, fui a buscar mi bolso de leopardo, sabiendo que, por si solo, intimidaría.

Creo que ha llegado el momento de explicar a nuestros lectores donde nos encontrábamos.

Se trataba de un viejo gimnasio del cual quedaban las espalderas a la derecha, un espejo de lado a lado en la izquierda, unas argollas en el centro, y algún potro y banco de abdominales repartidos por el recinto.

Es de entender que, con semejante escenario, y conociendo nuestra mente, los chicos estuvieran un pelín desconfiados.

Me arrimé a Lolo, sabiendo que entraría en el juego, y, mirándole con deseo, empecé a pasar las cuerdas por sus muñecas; hice un gesto a las chicas y me ayudaron a relajarle acariciándole.

Sabía que a Plate le había gustado, la conozco bien, a si que, fue la primera que se presto a no permitirle ver poniendo sus labios sobre los suyos.

El resto miraba, entre asustado y excitado pensando en cuando llegaría el momento de que las chicas nos dedicáramos a él.

No tardamos nada en atarle y allí le dejamos, observando como nos dirigíamos a la siguiente víctima.

Fui a la bolsa, cogí otra cuerda y se la entregue a Ra, para a continuación mirar a Asti. Allí la deje atándole junto con, Reina, Plate y Lili mientras yo buscaba otra cuerda.

Supongo que en esos momentos la gente hablaba, pero, la verdad, no lo recuerdo.

Preparaba la siguiente cuerda, que sería para uno de mis niños, Alber, y la encargada de hacer los honores, nuestra niña, Magda, a si que la llame justo en el momento en que desabrochaba alguno de los botones de la camisa de Asti.

Alber preparo sus manos, el pobre sabe bien de que va, pero también tenía la ventaja de saber que podía estar tranquilo, cada cual tenía sus limites y allí, nada sucedía en contra de nadie, pero esta vez de nada la serviría su ya conocido reclamo frente a tanta loba hambrienta. Al fue a ayudar a Magda.

Llame a Plateada con la siguiente cuerda en la mano, Spinig seria su víctima, y en ese momento me quede observando, permitiendo que las chicas empezaran a jugar con el.

Se noto su excitación inmediatamente, pero es que yo no acertaba a ver donde tenía Lili sus manos mientras veía como Reinamora acariciaba su pecho y le susurraba palabras al oído. El caso es que el chico se dejo sin rechistar, yo bien sabia quien nos podía dar problemas.

A continuación saque una mueva cuerda y se la di a Lili para que me ayudara a atar al Doctor.
Ahora sabia que no podía irme lejos, necesitaba asegurarme que todos estaban tranquilos y disfrutando, a si que, hice un pequeño parón en mi actividad, para observar sus ojos.

Látigo cruzó la mirada conmigo, poniendo carita de pena; le sonreí. Mad, que ya imaginaba por donde íbamos, esperaba ansioso su turno, Lolo no se perdía detalle, ha pesar de estar inmovilizado; Abogado se abrazaba a su cerveza, como si esta pudiera sacarle del lío en el que, el solito se había metido, Alber estaba tranquilo, era el que más sabia con quien se la jugaba, o eso creía.

Asti me miraba, suplicante. En ese momento recorde una cosa y, rápidamente, pedí a Cio que sacara del bolso de Doraemon un lápiz de labios o de ojos. Me miro extrañada pero empezó a buscarlo mientras yo seguía mi ronda.

Lagarto permanecía junto a abogado, ufff..., su cara de deseo me gusto, Spining estaba besando a Plate, o mejor dicho, Plate estaba besando a Spining.

Maeloc me miro, sonriendo, yo le contesté igualmente con una sonrisa tranquilizadora,


- ¿ves como no soy tan mala?, quizás solo un poco cabrona.

Visto que todos estaban mas o menos bien, le tocaba el turno a Carmen de atar, pero no creía que fuera el momento.

Y antes debía usar el lápiz de Cio.

Fuí hacia Asterix, que me miro nervioso,

- ¿Que vas a hacer Uto?, no seas cabrona.

- Tranquilo coño, no tengas tanto miedo, solo tengo como arma un lápiz de ojos.
Agarrado al cinturón de mi vestido, tenía un antifaz que seria uno de los pilares del juego y se lo puse. Le note nervioso a si que, le bese, y le dije:

- Tranquilo, no muerdo.

Mordí levemente su labio

- A no ser que lo deseen.

Los demás miraban mi dibujo, extrañados mientras Aste debía alucinar con los comentarios.

- ¿Que haces?

- ¿Eso que es?

Susurros al oído entre unos y otros hasta que la carcajada de Rachel se escucho con eco incluido en el casi vacío gimnasio.

- Que Cabrona!!!!!!

Quité el antifaz de Asterix que rápidamente bajo la cabeza intentando ver que había dibujado en su pecho.


Se la levanté, recordándole que tenía un espejo enfrente.

Cuando vio su imagen reflejada…

- No, cabrona, no, no puedes hacerme esto.

Todos miraban extrañados por el hecho de que una simple mariposa dibujada en su pecho produjera aquel efecto, pero nosotros lo entendíamos,

Le mire q los ojos y le dije,

- ¿Ya sabes porque estas aquí no? Las mariposas tienen la culpa, y te aseguro que hoy no dejaras de pensar en ellas.

Prefería que entre Cio y Ra ataran antes a Abogado, que no paró de mirarme, hasta que me acerque a su oído y le susurre palabras que solo ambos entendimos.



Atados todos estos, quedaba lo mejor, pero no tenía claro en que orden hacerlo.

- Bueno, nos quedan los mas marchosos, empecemos con Látigo nenas, que tanto decir que no le damos miedo, a ver si es verdad.

- Miedo no lady, terror.

Entregue la cuerda a Reina, y el resto nos acercamos, mientras le hice echar el culo hacia atrás y le di varios azotazos diciendo,

- Mmm, el culo que mas se ha hecho desear, pero ya lo he tenido, hoy me llamará con gritos de deseo.
Le bese casi con rabia, nuestro último encuentro, relatado en un "timido" truhan, me habia supuesto un juego mental que me habia llevado a una excitacion wue pocas veces se consigue y su sola presencia excitaba e incitaba mi imaginación de una manera brutal, pero era Reina, su tigre de Bengala, la que tendría el honor de atarle.



Empezamos a darle la caña que se merecía, ni más ni menos. Anime a las manos amigas a recorrer su cuerpo, todo su cuerpo. Se retorcía mezcla de cosquillas y nervios, pero aquello solo conseguía sacar mas maldad de Cio, carcajadas de Rachel, hiperactividad en las manos de Lili y caricias de Plate mientras las demás tocábamos en los pocos huecos libres y Reina y Látigo se resarcían de tanto tiempo de espera con unos besos, que, mas que besos, parecía que se estaban comiendo.


Una vez látigo estuvo amarrado dije.

- Ya solo quedan dos, y será Carmen la que haga los honores, a por ellos, que son los mas cañeros, o eso dicen, a ver si es verdad.

El cuerpo de Carmen se contoneo frente a Lagarto, haciéndole que se diera la vuelta y, sin mucha contemplación, bajo sus pantalones y calzoncillos, dejando sus nalgas levemente cubiertas por su camisa.

Agarro una de sus manos y mientras con su pubis acariciaba las ansiadas nalgas.

Al principio nos arrimamos, pero luego la dejamos sola.

Ato la mano a la espaldera y dejo la otra libre para continuar jugando, pero la hice un gesto, aquel no era el juego, ya tendría tiempo de resarciese, a si que, allí le dejo, atado con su deseo, de culo a el resto.

- Solo queda Mad.

Dije bien a sabiendas de que Doc se sorprendería.

Carmen fue hacia él y en sus besos se noto la amistad y complicidad que existía entre ellos.

Pero aquello, lejos de ser una ventaja para Mad, sería un inconveniente, y el bien lo sabia.

Acabó, como Lagarto, atado de culo y sin pantalones.

- Bueno pues ya están todos.



Me miraron, como si no me hubiera dado cuenta de que Doc no estaba atado, incluso, no recuerdo quien, me lo dijo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bello uto.. siempre igual... no me canso de decirte que eres asombrosa, aunque no me sorprendes dejas que mi imaginacion vaya mas alla y meta en el papel,,,, me encanta y haces que me moje.. y me haces ser y sentirme muy puta.. gracias... lili