lunes, 9 de noviembre de 2015

MI PUTA, MI CABRÓN por Utópica

- ¿Cómo has dicho?
- Lo siento MI AMO.
- No te he preguntado si lo sientes, te he preguntado ¿qué has dicho?, porque me ha parecido que anteponías tus deseos a los míos, ¿ha sido así?

Apenas estaba atenta a las palabras, pero sí a su significado.
Aquella mujer, con los ojos vendados, de rodillas en el suelo, con las manos inmovilizadas a la espalda gracias a una cinta que previamente yo misma había colocado sobre su cuerpo, parecía temblar; y yo observaba atenta su cuerpo intentando que me ayudara a entender su mente.
La fusta empezó a golpearla pero intuía que infinito más daño le hacían las palabras pronunciadas por su AMO.
Había cometido un error, y lo estaba pagando. Las palabras de desprecio de su AMO incidiendo en el error cometido debían clavarse como puñales en su corazón, en su alma y en su orgullo. Quizás el tenerme a mí como público hacia más duro el castigo, más humillante.
Ella que presumía de ser tan buena perra, que por obediencia y deseo hacia su AMO nos encontrábamos allí los tres; había cometido un error de principiante. Las palabras de su amo la humillaban en ese sentido sobre su error.
- ¿Qué pensará de ti nuestra invitada? Se está descojonando mirándote. 

Ella permanecía de rodillas, con las manos a la espalda, recta, mordiendo de cuando en cuando sus labios, podía parecer que de dolor, yo creía intuir que era de rabia.
Por supuesto la invitada no pensaba nada negativo de aquella Mujer a la que, cuanto más conocía más admiraba.
Intentó apoyar sus nalgas sobre sus piernas pero un fustazo se lo impidió obligando a erguirlas de nuevo.
Su AMO danzaba a su alrededor, sin parar de hablarla, sin dejar de reírse de su error. Me miraba preguntándome con un gesto qué me parecía, yo, igualmente con gestos le contesté que en ese momento la abrazaría. Me negó con la cabeza.


Está claro que no iba a intervenir ni respirando, pero era lo que me apetecía. Bueno, eso y quitarle la fusta, ponerle junto a ella y liarme a fustazos diciendo.
- ¿Duele? Pues igual la duele a ella CABRÓN.
Aunque bien sabía que a ella le dolía tanto como la excitaba.
Creía intuir que a cada fustazo entre sus piernas, un chorro de flujo escapaba de su coño.
Se sentía más suya de lo que se había sentido en todo el día, y eso que había sido un día de entrega total a los deseos de su AMO. Pero no la importaba, sabía que, aparte de duro, era justo y generoso y la compensaría su entrega, igual que ahora la castigaba su error.
Colocó la fusta entre sus dientes, haciendo que la agarrara mientras él seguía hablando y danzando en torno a ella.

No pudo evitar que la fusta se inclinara hacia un lado y que sus babas cayeran al suelo haciendo un pequeño charco.
Él la regañó, ella se disculpó.
Colocó de nuevo la fusta entre sus dientes y volvió a tomar distancia mientras no dejaba de hablar.
La improvisada invitada a aquella parte de su encuentro apenas respiraba por no interrumpir el momento, sin embargo, no se perdía nada de lo que a su alrededor acontecía, intentando entender, comprender, conocer y aprender de aquello que estaba viendo.
Cuando finalizó supo que, aquellos minutos la habían enseñado más sobre ese desconocido mundo que cualquiera de las charlas o lecturas anteriores, y confirmó sin lugar a dudas aquello que ya pensaba. Les envidiaba a ambos.
A Él por su sabiduría, por su psicología, por ser capaz de intuir que necesitaba en cada momento su sumisa. Por saber regalarle sensaciones que solo ellos eran capaces de vivir.
A Ella por aquella entrega, por ese control sobre su mente y su cuerpo, por esa forma tan intensa de vivir su sexualidad.
Las cosas intensas, vividas sin complejos son las que nos hacen disfrutar de la vida.
A ambos por tener las cosas tan claras.
Me envidio hasta a mí, que disfruté de aquella Zorra como si fuera mía y de aquel cabrón cómo si fuera mi Cabrón.





miércoles, 8 de julio de 2015

UNA TARDE DE BI-CIO por Utópica

Me excitaba muchísimo la idea de follarle en público. Saber que nos miraban mientras abría su precioso culito y me regalaba una de sus sonrisas provocadoras. 
Ese pensamiento me fue acompañando a lo largo del día, de manera que, cuando le vi ya estaba excitada.
En esas circunstancias entramos al local y tras unos largos preliminares que no voy a entrar a detallar, entramos en una habitación. 
Las grandes cristaleras serían mis aliadas. Cerré la puerta, pero abrí bien las cortinas para asegurarme ser vistos.

Comenzamos a besarnos, acariciarnos, tocarnos....
La gente pasaba y miraba. Éramos una pareja más hasta que pedí que sacaras tu juguete. Entonces te abriste de piernas y empecé a jugar con tu culito. 
La gente que miraba, ya lo hacia de otra manera.
Miraba dos veces, supongo que queriendo ver si era verdad lo que veían.
¿Un chico abierto de piernas mientras su chica jugaba con su culito?
Espera.
¿En serio?
No.
No meter un dedito.
No jugar con su ano.
No.
Follarle, y bien fuerte con aquel dilbo vibrador que tu mismo te habías regalado.
Una pareja se paró. No dejaban de mirar tras el cristal.
Yo cada vez te follaba más fuerte. Primero porque cada vez gemías más y segundo por que quería que, cuando abriera la puerta, quien entrara lo hiciera sabiendo lo que había.
Antes de que nos diéramos cuenta la puerta se abrió y la pareja entró poniéndose detrás de mi, con lo que yo no los veía. Te miré, aun con más atención , buscando en tus gemidos, en tu mirada, una aprobación. La vi y permití que aquello siguiera su curso.
- Dame el arnés- Te dije al oído....
Me lo coloqué sin apartar mi mirada de ti. El chico me ayudo a tensarlo. Veía, sentía que observaban cada movimiento. Te pedí que te pusieras a 4 patas, la chica se tumbo junto a ti y de nuevo te penetré, pero esta vez directamente con el arnés.
Te escuchaba gemir a cada embestida. Esos grititos que me vuelven loca. 
Guiaste a la chica a que colocara su coñito a la altura de tu boca y la colocaste sobre ella. Y digo bien, colocaste tu boca sobre ella, no la comiste, porque no se si realmente empezaste a comerla el coño o solamente con la inercia de mis embestidas llegabas a el.
El chico seguía tras de mi y, de alguna manera encontró hueco entre las cinchas del arnés para meter sus dedos dentro de mi coño.

- Quiero follarle, me dijo.
- Es una buena zorra, no imaginas como menea el culito en cuanto siente algo arrimarse.
- Mmmm, mira cariño. Quiere follarte- Te dije al oído- ¿Quieres? A mi me encantaría verlo, ver como se follan a mi puta.
- Siiii.
Fue tu escueta pero contundente respuesta apartando un segundo tu boca del coño de la chica.
Entonces sentí como el chico buscaba mi coño para follarme. Pensé... Quizás me he confundido y ha dicho que quiere follarme a mi. Pero su polla no acababa de entrar y fue en busca de la boca de aquella chica que se notaba no era su chica. Unos segundos después , sin dejar de tocarle, le guié hacia tu boca. Ver con que excitación la abrías para recibir aquella polla que sabias iba a follarme me hacia embestirte aun más fuerte; y más fuerte te embestí cuando la polla salió de tu boca para entrar definitivamente en mi coño.
Sentía como al ser follada la fuerza de ambos entraba en ti.
Te hablaba. No recuerdo bien que te decía, pero algo sobre la fuerza de aquella polla, y sobre que serias el siguiente en sentirla dentro de ti. No estuvo mucho follándome. No creo que fuera yo su objetivo, y no me extraña. Estabas más que deseable a cuatro patas y jadeando de aquella manera.
Aparté mis caderas de tu culo dejando paso a aquella polla, más o menos del mismo tamaño que mi arnés.
Se agarró a tus caderas y empezó a follarte mientras yo, a tu lado, hablaba a tu oído.
Dejaste el coño de lado para besarme una y otra vez, jadeando como la perra que te sentías hasta que nuestro amigo se corrió.
Cuando se fueron nos cogimos un pequeño descanso comentando lo ocurrido, pero esta vez con la puerta abierta de par en par, para recuperarnos del intenso calor.
Yo estaba boca arriba, de cara a la puerta, y cada vez que se asomaba un chico, una sola mirada mientras me acariciaba la "polla" bastaba para disuadirles para que no entraran.
El descanso duró poco. Rápido comenzamos de nuevo a besarnos y tocarnos cuando un nuevo chico asomó su cabeza, solo que esta vez, verme acariciar el arnés, no solo no le disuadió, si no que le animó a entrar.
Te pedí que me follaras mientras yo seguía boca arriba sin dejar de acariciar aquella polla de plástico.
Nuestro nuevo amigo se subió a la cama y se colocó junto a mi, restregando su polla contra mi pecho. Yo le dejaba hacer pero estaba pendiente de ti, de tus embestidas, de tu cara mientras me follabas y veías como aquella polla se acercaba cada vez más a mi.
Me besaste y la polla se arrimó más.
- Vamos a comerle la polla entre los dos cariño.
Y así hicimos. Mamársela a medias mientras me follabas.
Que morbazo. 
Sentía tu polla dura como una piedra dentro de mi, dándole cada vez más fuerte cuanto más dura se ponia la polla de nuestro amigo, ya solo en tu boca, al tiempo que no dejaba de susurrarte al oído cuanto me gustaba verte tan puta, comiendo con tanta ansia aquella polla. 
 Sentí una nueva mano en mi pierna, otro chico había entrado, las manos iban y venían por mi cuerpo, pero mi excitación venia solo de ti, de sentir como me embestias excitado con su polla en tu boca, polla que mamabas con muchísimo gusto.
Te corriste casi sin darme cuenta, con tus temidos ahogados sobre aquella polla.
Entonces solo desee quedarnos solos, acariciarte y besarte calmadamente agradeciéndote la tarde de lujuria que me habías regalado.

jueves, 26 de marzo de 2015

EL MORBO GANÓ por Utópica


No sabía que me ocurría. Es verdad que mi estado natural  estanir cachondo, pero aquel día lo estaba especialmente; sentía que era capaz de todo.
Quizás lo que había disparado aun más mi lívido, ya de por si disparada, había sido la visión del escote de mi vecina del quinto en el ascensor.
Cuando se abrió la puerta y la vi, no pude evitar llevar mi mirada a sus pechos. Ella me sonrió provocadora, sabiéndose deseada; quizás tambien excitada de ver el deseo que provocaba.
Eso había ocurrido por la mañana y entre medias había trascurrido una larga jornada de trabajo, pero aún se me levantaba al recordarlo.
Con Alicia en mi pensamiento pase al baño de la estación de metro, sin darme apenas cuenta de que en lugar de agarrar mi polla, casi la acariciaba.
Fue entonces cuando  vi a mi vecino de baño observando mi polla erecta y sonriendo.
Un tío alto, como yo, al que por supuesto no había visto en mi vida.
Ambos sonreímos y seguimos mirando al frente pero intuyendo una sonrisa en la boca de mi vecino. Noté que volvía a mirar mi polla y me volvía a mirar a mi. Otra sonrisa, esta vez acompañada de un gesto pidiendo permiso. No contesté, pero mi sonrisa nerviosa debió parecerle un si, porque a continuación note como su mano me acariciaba, pero antes de poder decirle que no, que estaba en un error, que yo era hetero, mi polla se puso como un palo.


Le deje hacer y dos minutos después, mi mano fue hacia sus huevos.
La puerta nos asusto y nos soltamos. Corrí a encerrarme en el water. Mi cabeza daba vueltas. ¡Que coño había hecho!!! ¿Como había acabado  dejando que un tío me tocara la polla? Es verdad que, a veces, se me pasaba por la mente cuando estaba muy cerdo, pero, joder... No me gustaban los hombres.
Escuchaba nervioso esperando que el inesperado visitante saliera convencido de que mi vecino de urinario había salido ya.
La verdad es que había disfrutado. Volver a revivirlo hizo que se me volviera a poner tiesa. Me gustaba sentirme así de cerdo. Era como un bucle. Cuanto mas cerdo me sentía más me excitaba, y cuanto más me excitaba, más cerdo me sentía y cosas más fuertes me apetecía hacer. Por fin escuche la puerta y me decidí a salir.
- Déjame pasar
- Pe, pe pe.. ¿No te habías ido?
- No, me ha encantado tu polla, no me iba a ir sin al menos intentar comértela .



No tengo un recuerdo muy claro de que pasó después, pero, unos segundos después estaba de rodillas frente a mi, con toda mi polla dentro de su boca. De vez en cuando me decía lo guarros que éramos y eso me excitaba. Agarré su cabeza y echó las manos atrás, como dándome permiso para follarle la boca. Ahora recuerdo que actué casi con brutalidad y sentía que eso le ponía aun mas cachondo. Pedía más. Gritaba pidiendo leche. Volvimos a escuchar la puerta y me paré. Me hizo un gesto de silencio y volvió a meterse mi polla en la boca. Vocalizó dà-me-la. El inesperado visitante hizo que me pusiera más cachondo y la cara de cerdo de mi nuevo amigo  hicieron que no pudiera más y regara su cara. Se levantó, se limpió la cara, y me susurro al oído... Si no fuera porque tambien soy hetero te pedía que me follaras el culo.
Me guiñó un ojo y se fue.
Volví a la realidad lo justo para decidir esperar un buen rato antes de salir. Me moría de vergüenza, pero lo cierto es que esa fue una de las experiencias más morbosas de mi vida.
Soy hetero, sigo siendo hetero; pero soy un cerdo, y eso, ni puedo ni quiero evitarlo.


P.d. Este relato sale de largas conversaciones a las tantas de la madrugada. Si esto no es complicidad, querido amigo, no se donde buscarla.