domingo, 8 de julio de 2012

Sorpresa de un amigo


Había recibido su llamada hacía 5 minutos y me puse nerviosa al oir su voz, simplemente me dio una dirección en el centro de Madrid y una hora. ¡Me daba sólo una hora! ¿Cómo pretende que vaya presentable con una hora? ¿Qué me pongo? Llevo 5 minutos mirando el armario y no me decido por nada, no quiero parecer dulce pero tampoco una tigresa, quiero dejarle con la duda de la idea que me he hecho sobre la sorpresa que me ha preparado.
Tengo 15 minutos exactamente para pegarme una ducha, vestirme, maquillarme y salir hacia la dirección sin llegar tarde, ¿por qué no seré como muchas personas que les da igual llegar tarde? ¡Venga Rachel, decídete! Ya está,  me pongo este vestido azul que no tiene escote pero deja ver mis largas piernas y estas sandalias con enormes tacones. 
Quedaban exactamente 20 minutos para la hora que me había dicho que apareciese, no podía llegar antes porque él no estaría y quería ver mi cara al entrar. Imposible llegar antes, sábado por la noche, centro de Madrid y tengo que aparcar, más le vale que se siente cómodamente a esperar.
Conforme me acercaba a la dirección, más nerviosa me iba poniendo,  conocía a Javier desde que éramos niños, pero cada vez me sorprende más, nunca sé qué es lo que me está preparando. Al llegar, toqué un timbre que había y esperé a que alguien abriese, moviendo mis piernas al ritmo de la música que mentalmente iba tarareando.
-                                  -  Hola.
-                                  -  Hola, me dijo Javier que me esperaba aquí.
-                                  - Sí, sí, Javier está dentro.
La persona que me abrió la puerta era un hombre de unos 40 años, alto, con un cuerpo bien cuidado y unos ojos penetrantes que me desnudaron con su mirada. Iba vestido con un pantalón vaquero y una camiseta blanca ajustada lo suficiente. Se retiró lo mínimo para que yo pudiera pasar y mi cuerpo se viera obligado a rozarle al pasar.
Al entrar me encontré directamente con un salón moderno con cierto estilo hippie y Javier estaba sentado en un puf, al verme se levantó y agarrándome de la cintura me dio un beso, acercando su cuerpo al mío.
Eso me sorprendió bastante porque Javier y yo no nos habíamos besado nunca y esa efusividad me desconcertó un poco, pero al mismo tiempo me excitó que lo hiciese de la forma que lo hizo, su lengua entraba en mi boca y sus manos iban recorriendo mi cuerpo y mi culo. Por supuesto que respondí a ese beso de la misma manera, mi cuerpo se dejaba llevar por sus caricias y por su lengua que me exploraba y se acercaba más a él para que siguiera con la misma intensidad.
Unas manos que no eran las de Javier comenzaron por detrás a levantar mi vestido azul, separé mi boca de la de Javier para ver quien era y descubrí al hombre que me abrió la puerta; detrás mio con sus manos por debajo de mi vestido y acariciando mis nalgas y subiendo sus manos hacia mis pechos mientras sus labios acariciaban mi cuello.
Me encontraba en una de mis fantasías y sin darme cuenta no sabía qué manos seguir, si las de Javier o las del desconocido, cada una me llevaba a un mundo diferente, a la ternura o al sexo, a la tierra o al cielo.
Javier se separó un poco para ver mi cara y mi cuerpo cómo reaccionaba ante el desconocido y cogiéndome de las manos me llevó hacia el puf donde se encontraba sentado cuando llegué. Se sentó de nuevo y se puso a mirar como el desconocido me quitaba el vestido,  los dos se quedaron mirando mi ropa interior y mientras el desconocido comenzaba a besarme, Javier acercó su mano hacia el culote y descubrió la excitación y la humedad de mis flujos, presionó su mano por encima de mi culote como queriendo introducir sus dedos. 
-                                    - Sergio, quítale el culote, quiero saborearla ahora mismo.
El desconocido fue quitándome el culote mientras Javier llevaba su cara a mi coño humedecido y al notar su lengua no pude reprimir un gemido por su delicadeza al hacerlo. 
Javier se levantó y me tumbó en el puf, se colocó entre mis piernas y comenzó a pasar su lengua entre mis labios, rozando sutilmente mi clítoris muy de vez en cuando, lamiendo mis muslos, para volver de nuevo a mis labios e introducir su lengua. Mis ojos se tornaban blancos aun estando cerrados, mis manos se agarraban a su pelo para que no separase su cabeza de mi coño.
Sergio mientras tanto se encargaba de mis pechos y pasaba su lengua por mis pezones endurecidos, por el momento que estaba viviendo, dando pequeños mordiscos sobre ellos, excitándome mucho más. Comenzó un descenso con su lengua y se colocó por encima de mí para encargarse de mi clítoris. Al tener su polla por encima de mi cara mi reacción fue directa y metí mis manos dentro de su pantalón para sacarla y comenzar a disfrutarla igual que ellos estaban disfrutando conmigo. Su polla estaba húmeda preludio del deseo que estaba sintiendo. Mi lengua comenzó a lamerla y él paró y se dejó llevar por mi lengua, se dio la vuelta para ver cómo lo hacía, ver como su polla entraba en mi boca y como mi saliva mojaba toda su longitud. 
Tener a Sergio mirándome como le chupaba y a Javier metiendo sus dedos en mi coño hizo que mis sensaciones se desbordaran y llegó mi primer orgasmo.  Javier pudo sentir como mi vagina se contraía y sus dedos eran aprisionados. Sacó sus dedos cuando me relajé y sin dudarlo me los ofreció para que los chupara.
Esa imagen le excitó muchísimo, más tarde me lo dijo, y se quitó sus pantalones y pasó su polla entre mis labios para recoger todos mis fluidos y llevarlos a mi boca. Sólo pude saborearlos una vez porque Javier fue directamente a penetrarme, primero despacio y aumentando más tarde. Sergio mientras tenía su polla entre mis tetas y yo abriendo mi boca y sacando mi lengua para mojarla al acercarse a mi boca con los embistes de Javier mientras me follaba.
Fueron penetrándome uno y después el otro, las posiciones se iban alternando, mi cuerpo pedía más y ellos querían que experimentara todo con ellos. Me follaron al mismo tiempo, algo que no pensé que nunca fuese a hacer aunque fuese una de mis fantasías.
Nos quedamos los tres dormidos en el salón, no descubrí más estancias de esa dirección, nunca más supe de Sergio, de Javier sé que se encuentra lejos de Madrid y que hablamos muchas veces de volver a repetirlo pero esta vez la sorpresa se la tengo que preparar yo.