martes, 16 de diciembre de 2014

UTO ROMPEHUEVOS por Morbosobretodo

Tengo una curiosidad tremenda por verte en una sesión de bondage... Y me pregunto cual sería la cara de tu víctima sí....
Bueno el si me lo guardo y te lo detallo luego un poquito más.


Y DESPUÉS DE ESTA BREVE CONVERSACIÓN CON MORBOSOBRETODO, ME LLEGÓ ESTO:


 Tras tocar el timbre, aun nervioso, un chico alto y serio me abre la puerta con su impoluto smoking negro.
Cuando voy a dar un paso para cruzar la puerta me tapa la entrada. Mirándome a la cara con un tono de voz seco pero educado me dice: ¿Cual es la contraseña, señor?, nervioso pero divertido respondo: Uto rompehuevos. Se echa a un lado sin un solo gesto en sus facciones, y con su mano me señala el camino que apunta directo a la puerta principal. Con un simple gracias me despido de él y me dirijo con paso rápido hacia la puerta sin dejar de observar a mí alrededor. Cuando llego a la puerta está entre abierta, asomo la cabeza y no veo a nadie, abro la puerta del todo y paso al interior. Una cinta roja en el suelo desaparece por una de las puertas. Decido seguirla. Tras cruzar una sala, un salón, un pasillo largo y subir un par de escaleras termino en una habitación muy pequeña absolutamente negra con dos puertas y un aroma que todavía no reconozco. Una puerta blanca con un gran brillo al lado de una negro todavía más brillante. Me siento como Neo, salvo que aun no sé que estoy eligiendo. Abro la puerta blanca y da a una magnifica terraza con vistas al jardín. Unas luces tenues iluminan un enorme sofá con cojines blancos y una mosquitera del mismo color a su alrededor, unas sillas metálicas dispuestas alrededor de una mesa de madera color caoba y un jacuzzi integrado a ras de suelo para varias personas tapado con una lona marrón. Sin un sonido que me de ninguna pista decido volver atrás y probar con la puerta negra.
A pesar de haber empujado con fuerza la puerta esta no se abre por lo que decido usar la cortesía que he olvidado. Golpe la puerta ligeramente con mis nudillos.
Pasados unos segundos y sin obtener respuesta alguna y tras una primera duda vuelvo a llamar esta vez algo más fuerte.
Unos segundos después la puerta se abre despacio. Mi sorpresa no tiene descripción, casi ni te había conocido. Me abres la puerta con el pelo recogido con tus míticos palillos, los labios pintados de morado intenso, un liguero negro sin liga alguna en la que sujetarse y unos zapatos negros con poco tacón. ¿Tienes prisa?...es tu manera de darme la bienvenida. Yo aun incrédulo y paralizado ni me muevo. Tú pareces divertida y tu espíritu único parece que ha encontrado diversión en pasar la punta de tu fusta por mis mejillas, bajar por mi pecho y jugar con ella en mi entrepierna mientras con una voz casi impertinente me dices: ¿vas a pasar o piensas quedarte ahí en medio toda la tarde? Sonríes, te giras y caminas hacia el interior de la habitación.
Me espabilo para cerrar la puerta con mi mirada fija en tu culo. El aroma de antes ahora si inunda mis sentidos. Te pierdo de vista mientras mis ojos se hacen a la tenue luz de la estancia. Ahora ya sé donde esta tus medias. Una de ellas tapa ligeramente los ojos de un hombre mayor que está
sentado en una silla que me recuerda a la de mi dentista. La otra media la tienes atada alrededor de sus huevos y colgando por sus piernas. No me he dado cuenta pero mi polla ha crecido considerablemente en mis pantalones y tengo que colorarme un poco porque empiezo a sentirme incomodo. Tú sigues centrada en el susurrándole algo al oído a su espalda. Tus pechos colgando han captado toda mi atención. La sensación es indescriptible. El "espectáculo" único me sobrepasa pero a la vez me hace sentir afortunado por poder vivir algo que jamás podría siquiera haber imaginado.



Mientras juegas con tu fusta por todo su cuerpo vas recogiendo trozos de cuerda dura que tenias por la habitación. Comienzas con tu pequeño ritual mezclando las caricias, besos y mordiscos con pequeños golpes de fusta y algún que otro juego con las cuerdas. Preparas con delicadeza y firmeza cada nudo y aunque no te veo se que en la distancia "vigilas" mi figura. Yo atónito, parado en medio de la sala, observo a aquel hombre desnudo y tus movimientos en su cuerpo descentrándome de vez en cuando en tu cuerpo. Observo como te mueves, tus manos sin parar, tu culo y tus pechos moviéndose a los compas de cada uno de tus pasos. Y sin más tu voz me saca de mi estado. Acércate aquí. Es de mala educación no presentarse. Si, perdona tienes razón, acierto a decir. Usando unos nombres que ni recuerdo nos presentas. Me engancho a la conversación cuando le estás hablando de mí. Es el chico del que te hable. Forma parte de mi harén personal. Tiene un futuro prometedor pero me está costando meterlo en vereda, dices mientras sonríes. Te acercas a mí y te pones a mi espalda. Me quita el jersey y el polo que llevo lanzándolo sobre el cuerpo del
 hombre que ya tienes atado sobre la silla. Pegas tu cuerpo al mío y noto tus grandes pechos sobre mi espalda. Los pezones duros me hacen ser consciente de tu excitación. Besas mi cuello mientras tus brazos me rodean y echan mano de mi cinturón. Lo desabrochas poco a poco y lo sacas de mi cintura. Te separas de mí llevándote mi cinturón que vas a usar a modo de correa sobre el cuello de nuestro anfitrión….









MORBOSOBRETODO













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P.D.: JURO QUE NO HE HECHO NADA PARA MERECER ESTE RELATO….
TODAVIA.







jueves, 30 de octubre de 2014

WHY GO? by A de Cirene

Why go?, así se llamaba el local, en pleno barrio de Chueca, donde había quedado Carlos, mi compañero de trabajo, con su hermana Raquel y una amiga de ésta. Las dos acababan de llegar, apenas unos días antes, desde Palencia. No conocían Madrid y hasta ahora se habían limitado a las visitas típicas de turismo de folleto: Plaza Mayor y bocata calamares, Puerta del Sol, La Cibeles y por supuesto el acto extremo de garrulismo total, el Bernabeu.
Carlos, que nunca había tenido una confianza excesiva con su hermana, no sólo por la diferencia de edad, casi 10 años menor, sino porque hacía 15 años que él ya vivía en Madrid y sobre todo, por la excesiva mojigatería de toda su familia, se había propuesto mostrarles una pincelada del Madrid nocturno menos cool, o más, dependiendo para quien.
Su objetivo no era otro que escandalizar a su hermanita pequeña con algún garito de frikis, mezcla de cazadores noctámbulos, reinonas del barrio – mariconas – , felinas herederas de realities televisivos y desequilibrados perdidos en general.  Why go? era el local perfecto, tenía todo eso, y además maquillado con una decoración retro cutre y pseudo glamuorosa de local de moda, de la cual podrían presumir posteriormente de vuelta a su ciudad.
A pesar de mi negativa inicial finalmente acepté acompañar a Carlos. Mis expectativas para esa noche estaban claras: conseguir de mi camarada Jack Daniels la fuerza suficiente para aguantar con la mejor de las sonrisas a las discípulas de la Virgen de las Angustias y largarme a dormir cuanto antes.
Nos encontramos con ellas en la calle Barbieri. Habíamos quedado en la puerta del local, pero nos estaban esperando al inicio de la calle, a unos 100 metros del bar, imaginamos que no se atrevían a acercarse al ver las pintas de la gente que deambulaba alrededor del garito. Al menos eso pensamos nosotros, lo cual nos hizo echarnos las primeras sonrisitas, creyendo que iban a alucinar, y que, después de aquella visita al Why go?, no querrían volver a quedar ni con nosotros y ni siquiera en Madrid.
Raquel, abrigo, bufanda y gorro de lana, tapada exageradamente, teniendo en cuenta la época del año, tenia apenas 24 años, 1,70, morena y con un parecido enorme a su hermano Carlos. Nos recibió con una sonrisa enorme, creo que de la alegría que se llevó al vernos, tras unos minutos de espera observando la fauna de la zona. Su amiga, ‘La Mari’, una mezcla de María Teresa Campos y Pancho Villa que hubiese quedado perfecta como modelo anunciante de quesos manchegos. Parecía más jovencita aun, más bajita, más fea, más gordita, más sosa e igual de tapada que Raquel.
Entramos en el Why go? sin prácticamente hablar, salvo el saludo protocolario inicial y tres o cuatro preguntas estúpidas, relacionadas con el tiempo o con cualquier otra gilipollez que ni siquiera recuerdo. El local estaba igual de oscuro que siempre, y para ser un martes había bastante ambiente, con una mezcla de gente curiosa: un grupito de punkies, de pastel, disfrazados al modo de la primera época de Madonna, por supuesto con ropa del Corte Inglés mínimo – como me jode la gente sin principios para según que cosas -, unas cuantas parejas gays, tanto tíos como tías, varios grupitos de gente demasiado normal para ese tugurio y ese barrio y un par de ejecutivos cazadores, héteros desesperados sin duda, porque no quitaron la vista de nuestras chicas mientras se deshacían de toda la vestimenta esquimal que las envolvía.
Con  varias capas menos de ropa Raquel lucía mucho mas, tenía un cuerpo muy bien proporcionado, con un pelazo negro negrísimo, que le llegaba hasta la mitad de la espalda, justo para señalar un bonito culo, pequeño para mi gusto pero redondo y de apariencia firme, digno de su edad, enfundado en unos pantalones vaqueros bastante ceñidos. Confieso que hubo un instante que me resultó atractiva y follable. Volví en mí al ver en Raquel la cara idéntica de Carlos y me dirigí a la barra a por mi primer Jacky.
No había tenido la delicadeza de preguntar a los demás que iban a tomar. Fue algo no premeditado, imagino que para intentar evadirme cuanto antes. De regreso de la barra, copa en mano,  fui consciente de mi egoísmo, aunque la verdad, no me importó. La Mari estaba embutida en un vestido indescriptible, de una época prehistórica, de donde deben quedar ya pocas pruebas fehacientes… aunque se debía llevar mucho los cuadros tipo escocés o mantel restaurante menú. Con el sobrante de las cortinas del salón, La Mari igual te hacía unos pantalones cortos que un vestidito para las niñas en el día de la primera comunión de la prima Yoli.  El vestido saco le llegaba hasta medio palmo por encima de las rodillas, justo donde terminaban una especie de medias futboleras dignas del mejor delantero de la Selección y a juego con su pelo rojizo al mas puro estilo hooligan abrasado en Benidorm.
 
Afortunadamente, mi papel de escolta me permitía bastante libertad de acción, asumiendo Carlos el rol principal de anfitrión-guía-hermano mayor, además, en el momento en que me acerqué a la barra mi escáner masculino había captado un par de hembras mas que interesantes. Estaba, por tanto, fijado el objetivo, un par de Jackys mas y algún Ferrari (chupito de vodka con tía María), y a por ellas….
hola chicas, joder que buenas estáis!, como me gustaría follar con vosotras …
Mi mente estaba ideando el más simple de los diálogos, simple, soez y grosero, como el guión de una peli porno, pero ¡joder!, estábamos en el Why go?
 
Después de un Jacky y tres Ferraris, a los que consiguió Carlos que se apuntaran nuestras chicas, un intercambio de invitados que salían y entraban en el bar, y algunos amagos de movimientos similares a los ritos Cambalacheros, en homenaje al Sunday bloody Sunday de U2 y sobre todo, el Nobody´s Diary de Yazoo, estaba en el punto adecuado para abordar a las lobas. 
 
 
Los servicios estaban en el sótano. Tras bajar por unas estrechísimas escaleras, al fondo se encontraban un par de puertas cerradas –almacén y privado- y antes, otras dos puertas enfrentadas con los urinarios de chicos y chicas, izquierda para ellos y derecha para ellas. Lo mas divertido era que prácticamente todos los compartimentos estaban separados por cristales, color rosa, ligeramente oscurecidos, pero con suficiente visibilidad para practicar exhibicionismo unos y voyeurismo otros. Los tímidos y tímidas teníamos un problema, que yo evitaba aguantando hasta la tercera copa para bajar. Para colmo en el baño de los tíos, se meaba directamente sobre una pared, tipo espejo y sin separación alguna, con lo cual aquello era como un escaparate de pollas y cruce de miradas de todos con todos. También había un par de minihabituculos independientes y su correspondiente puerta de cristal rosa. Abrí la puerta y únicamente estaba otro tío, que suerte, pensé inicialmente mientras me desabrochaba los botones de la bragueta. Como obligaba la curiosidad y la norma, inevitablemente mis ojos, a través del espejo se fijaron en la polla del tipo de al lado, que ¡joder!, estaba completamente empalmado y mirando en dirección contraria.  Rápidamente se despejó el enigma, en el baño del fondo claramente se distinguía como un tío, en cuclillas le estaba haciendo una mamada a otro, de pie apoyado en la pared del fondo. No era la primera vez que veía algo similar, así es que no le di mucha importancia. Terminé, una última mirada al pavo de al lado, que daba la impresión de que iba a empezar a pajearse de un momento a otro, y me subí a por las lobas, no sin antes observar con detenimiento en la puerta de enfrente, en los servicios de las tías, pero no alcancé a ver a nadie.
 
Otra vez arriba, Carlos me tenía preparado otros dos Ferraris, el mío y uno de las chicas, que ya no estaban dispuestas a seguir con ese juego. Tras acabar con el primero, La Mari me preguntó por los servicios…
Mi sangre y mi cerebro ya tenían una dosis de alcohol suficiente como para cavilar maldades dignas de cualquier patio de colegio.
- Bajando por las escaleras, la primera puerta a la izquierda.   
En ese momento me conformaba con que se metiese en el baño de los tíos y tras el breve shock inicial, la imaginaba abochornada de vuelta al que le correspondía realmente…
Habían pasado tres o cuatro minutos, pero mi impaciencia y una risita estúpida me delataba, así es que decidí bajar e investigar.
 
Mirada furtiva al servicio de las tías, nada. Un intervalo de indecisión, ¿Se habrá enfadado y se ha ido al hotel sin despedirse?, por instinto cambié la dirección de la mirada y entro al servicio de los tíos.
No puedo creerlo, el efecto de los Ferraris suele ser demoledor pero tan alucinógeno…, ¡No puede ser!
En el baño de enfrente además de los dos hombres que había visto antes realizando trabajos fellatio, claramente se distinguía el fantástico vestido de cuadros de La Mari.
 
Aun no había fijado en mi cabeza una idea clara de lo que estaba pasando, abrí la puerta sin pensarlo y la visión fue tan impactante que me dejó bloqueado unos segundos: La Mari había reemplazado al chaval que había estado previamente en cuclillas y le chupaba la polla a un rubio de bote, con pinta de macarraza total, que ahora había pasado de estar de pie a estar sentado en la taza del water. Éste a su vez le comía con igual intensidad el rabo al colega, antes en cuclillas y ahora de pie. El macarra al verme paró un instante de chupársela a la maricona, un chaval de no más de 20 años, que se notaba que era el que más incomodo estaba en esa situación:
No te quedes ahí, pasa y cierra la puerta, ordenó, dirigiéndose a mí.
La Mari continuaba con su mamada, de manera increíble, a un ritmo cansino, deleitándose en cada lametazo, en cada chupada, una mano apoyada en las rodillas del macarra y la otra restregándoles los huevos sin parar. No se había inmutado ante mi presencia inicialmente, pero al cerrar la puerta detrás de mi no tuve mas remedio que pegarme contra su espalda. Al sentir la presencia de otro invitado más al festín, lejos de asustarse, se incorporó, sin dejar de succionar la polla del macarra y su culo quedó deliberadamente apretado contra mi polla, balanceándose muy despacio, buscándome e incitándome a participar. La sorpresa inicial se mantenía intacta pero mi excitación superaba ya cualquier otra circunstancia.
 
Mis manos sujetaron sus caderas y apreté mi polla contra su culo, frotándome contra él desesperadamente. De manera precipitada metí la mano por debajo de su vestido, entre sus muslos, hacía arriba buscando su coño, su culo, mientras La Mari separaba aun más las piernas para que no hubiese ninguna duda de que me estaba facilitando el camino. Tenía empapadas las bragas y los muslos, y aunque no dejaba su labor de mamona profesional se estremeció cuando mis dedos apretaron con más intensidad en el clítoris. El macarra, que estaba ahora más pendiente de mí que de su efebo, me increpó:
-       ¿A que esperas?, ¡Fóllatela de una vez!
 
 
Yo no recordaba estar tan excitado en mucho tiempo. Le subí el vestido de saco por encima de las caderas y pude ver sus muslos y un enorme culazo, en pompa y pidiendo guerra a gritos. Prácticamente le arranqué las bragas, dejándoselas a la altura de sus rodillas, aunque ella cerró un instante las piernas para dejar hábilmente que cayeran hasta el suelo. Se le veía un chochazo impresionante, con abundante vello y completamente mojado, al que restregué con mi mano, muy fuerte, por encima un par de veces, y sin apenas esfuerzo metí un par de dedos dentro. Estaba a punto de correrme y ni siquiera había sacado mi polla del pantalón. Tan pronto y torpemente como pude, me desabroché la bragueta, y me la saqué. Fui claramente el desencadenante para que el macarra se corriera de manera espasmódica en la boca de La Mari, quien, de manera precisa había acelerado progresivamente el ritmo de succión hasta alcanzar su objetivo. El macarra estaba aun disfrutando de los restos de su orgasmo y me miraba ansioso porque yo estaba a punto de embestirla por detrás. La Mari seguía lamiendo, ahora muy suavemente, los restos de semen y sin volver ni una sola vez la cabeza hacía mí. Con ayuda de la mano frote la polla contra el clítoris y en unos segundos me metí dentro de su coño, tan grande y dilatado que me permitió no correrme de inmediato como pensaba que iba a pasar. En ese momento, además, el macarra con un movimiento seco y rápido se levantó y sentó a su compañero en su lugar. La Mari de manera natural sustituyó una polla por otra mientras el macarra, ya de pie, disfrutaba de mis empujones contra el culazo de la mamona. Me incliné hacía delante para agarrarme a sus tetas, que al tacto parecían mucho más grande de lo que había imaginado. El macarra al ver mis intenciones apartó bruscamente el vestido subiéndolo casi hasta el cuello, quedando al descubierto toda la espalda y el sujetador, que se lo arrancó prácticamente de un plumazo dejando al aire dos tetazas colgando a las que me aferré con ambas manos como un loco. Las apreté fuertemente, todo lo que abarcaban mis manos y especialmente sus pezones, que estiraba y apretaba bruscamente, de manera descontrolada. No pude más, un par de empujones que hicieron que su cabeza golpeara el pecho del dueño de la polla que estaba chupando y me corrí dentro de ella, con mi cara pegada a su espalda y ahogando mis gemidos contra su cuerpo. De repente y tras la ceguera temporal del deseo y los efectos del alcohol, aunque La Mari seguía sin mirar hacia atrás, me entró un ataque de pánico que hizo que me largará de allí a toda prisa. Subí las escaleras tan rápido como pude, subiéndome aun los pantalones.
 
 
Carlos y su hermana estaban bailando y nadie parecía echarnos de menos. Acabó esa canción, la siguiente, y dos más, y por fin vi aparecer a La Mari. Era imposible que supiese que yo había sido quien se la había follado diez minutos antes -mientras le comía la polla a dos maricones en el servicio de tíos de un antro de Madrid-, y lo que no sabía yo es como y en que momento habían llegado sus bragas a mi bolsillo.
 
No le había prestado ni un poquito de atención en toda la noche, y ahora al verla enfrente de mi… me daba un morbazo enorme saber que no llevaba bragas, algo que me vuelve ciertamente a cien, además recordaba su culazo, su chocho peludo y sus muslazos empapados por la excitación…
 
A. de Cirene

lunes, 23 de junio de 2014

MI REGALO DE CUMPLEAÑOS por Utópica


Estaba compartiendo conmigo fotos buscadas de internet cuando mantuvimos la siguiente conversación.
- Me encantan las fotos. Si eres bueno algún día podré un post.
- Sería un honor para mi que crearas un post con mis fotos.

Se acercaba mi cumpleaños y en una de las muchas conversaciones que mantuvimos le dije...
- Fíjate si soy buena que para celebrar mi cumpleaños voy a cumplir tres deseos que has expresado; a cambio, vas a saber porque mis amigos me llaman cabrona.

Deseo número 1.- Probar el bondage/shibari
Deseo número 2.- Tener un post en su honor.
Deseo número 3.- Ser mi regalo de cumpleaños.




P.D.: Sigo celebrando el cumpleaños con Colt.

miércoles, 9 de abril de 2014

UNA EXPERIENCIA, DOS MIRADAS por Ejimenez



Recuerdos , me detengo a recordar aquella tarde-noche, y una sonrisa se me escapa , todo comenzó como comienzan las historias que luego nadie cree. Con noches de intrigas entre dos buenos y cercanos amigos; ya...compartimos en aquellas noches deseos y por supuesto travesuras.... nos dijimos y si la ponemos en un apuro... ella seguro que pica el anzuelo.... es tan previsible reíamos seguro que durante la noche lady-nudos aparece y cuando piense que todo lo tiene controlado.. apostaremos fuerte... le dije a mi cómplice :” tu mirada me servirá para atreverme a llegar hasta el final”.
Llegados al guateque, fiesta, reunión de amigos.... como queráis llamarlo y después de hechas algunas presentaciones... descubro a mi victima , como una mariposa revoloteando de flor en flor.... alguna mirada cómplice....casi haciendo una danza de amor...hasta que la atrape... sentada en mis rodillas aproveche para tantear a mi contrincante....reconozco que estaba algo nervioso, mas me puse cuando comprobé con mis manos que no llevaba ropa interior... dejo que acariciara sus labios mayores.... que sintiera su calor y después se levanto y volvió a volar.... Imaginaos en este punto... Las cosas se torcían.... deseo de sentir su calor, deseo de verla naufragar entre las risas de mi cómplice y las miás. Pero es que aquella sonrisa, aquel ir y venir sin parar aquellos palillos que de vez en cuando mostraba mientras me miraba fijamente....

Si la deseaba... joder la deseaba muchísimo.... ya no podía así que cogí a mi cómplice por banda y le explique íntimamente la situación ahora o nunca...esta se me escapa le dije.

Mi cómplice entonces alzo la voz y dijo es hora del reto para lady nudos..... “tienes que atar a eji”.
Sonrió parecía fácil... pero el podrá verte( normalmente lo hace con los ojos vendados)..Pense que podría intimidarla....Ella no se inmutaba...Sera desnudo, dije finalmente severo. Sonrió me miro y dijo no hay problema.

Mientras la sinfonía de sus cuerdas recorría mi cuerpo , yo la miraba, la tocaba , la intimidaba , no llegaras hasta el final pararas cobarde...pensaba. Miraba alguna vez a mi cómplice...y me sentía aun con fuerzas. Pero todo termino... cuando no sabes quien es lady nudos …. no conoces hasta donde puede llegar . Con los brazos llenos de nudos, me levanto... ante la concurrencia, deslizo mis bóxer hacia abajo...no se detuvo, no vacilo, me miro un instante , sonrió y su boca se lleno de mi miembro. Atónito contemple la escena, mi imaginación voló, esta mujer es realmente especial no la dejes escapar me dije. El resto de la apuesta , que decir , fui una marioneta en sus manos... 

Habia ganado lady nudos..... y yo había perdido.... mientras me quitaba las cuerdas del cuerpo , sabia que esa noche no seria mia... seria de otro...yo había perdido y si pierdes con lady-nudos, nunca llaceras a su lado....así pues …después de un tiempo … miro para atrás , y sonrió por poder conocer a lady-nudos, por ganarla otra partida.... y algún día ser miá.... por que perdiendo termine ganando....
Mi cómplice y yo seguimos charlando planeando disfrutando de nuestras noches cuando se dan.... y recordando....recordando los secretos... las intrigas... y los próximos planes para nuestras amigas....quieres un reto?.

jueves, 23 de enero de 2014

GATITA por Utópica



Casi se tiró a sentarse entre mis piernas, abrazada a ellas. Comencé a acariciar su cabeza, hablándola con suavidad.
- Tenía ganas de verte Gatita, y de tenerte así.
Empecé un monólogo mientras ella, con sus ronroneos provocadores inundaba la sala imprimiéndola de una extraña aura sexual. Yo la ignoraba aunque a ella iban dirigidas mis palabras; como si no la viera, como si aquella cabeza que estaba acariciando no fuera la suya, como si no me diera por aludida ante su deseo sexual. Quería saber hasta donde llegaba en su intento de llamar mi atención. Hablaba de cosas banales y ella me escuchaba atenta recibiendo mis caricias y mirándome ensimismada al tiempo que contrariada por lo que estaba ocurriendo. Sabía del deseo de ambos, por eso, la escena que estaba viviendo  le estaba pareciendo surrealista.
- Total, que, al final el domingo pude conseguir el libro que estaba buscando, MAULLA GATITA, pero me salió más caro de lo que esperaba.
Sus ojos se abrieron como platos y me miró, como si no estuviera  segura  de las palabras que había escuchado de mi boca; sin embargo, maulló débilmente al ritmo de una excitación inmediata e insospechada.
- Miauuu.
Continué hablando como si nada, pero ya con una sonrisa maligna instalada en mi rostro. Entonces se percató de lo que se esperaba de ella. Era su Gata, como tal debía comportarse, y ese nombre no había llegado gratis.
Se puso a cuatro patas y restregó el lomo contra mis piernas, recibiendo una caricia. Cuando su culo llegó a la altura de la mano, paró, maullando a la espera de algo más que una caricia.
- Pero mira que eres puta Gatita. – Dije metiendo la mano entre sus nalgas. Sabía que el juego estaba empezando a excitarla, que la llamara puta con tanta naturalidad hacía sus efectos y aquello era recíproco porque la respuesta que recibió fue un pecho al descubierto y una orden.
- Lame.
Más como si fuera una perra saltó sobre el sillón y comenzó a lamer ansiosa, sabiendo que, saciando mi deseo, saciaba su necesidad de sentirse útil, usada. Observaba cada uno de mis gestos, cada uno de mis gemidos, buscando complacer a quien tanto la complacía.
Lamía y me miraba a los ojos. Tomé otro trago de vino, agarré su barbilla y la acerqué a mi propia boca dándola de beber. Cuando la hube vaciado pregunté.
- ¿Tenias sed gatita?
- Si – Fue su escueta respuesta, sin embargo, el tono de su voz delataba su excitación.
- ¿Quieres más?
- Siiiiii.
Abría su boca, ofreciéndomela como más tarde me ofrecería el resto de su cuerpo.
- Tranquila Gatita, si algo haré hoy será darte de beber.
Su entrega hacía que me descontrolara. Agarré fuerte su mandíbula y la acerqué besándola bruscamente. La otra mano se coló entre sus piernas para comprobar cómo estaba su sexo.  Aparté el tanga y acaricié suavemente.
- Veo que estas caliente, lo vamos a pasar bien.
Continué mi recorrido y llegué a su ano, dio un respingo y me sonrió.
- Arrodíllate.
Abrí mis piernas y no necesité dar ninguna otra orden. Su cabeza se perdió entre ellas con toda la pasión  de la que era capaz, y creerme, era mucha. Mis caderas empezaban a alzarse buscando su boca, mis manos agarraban su cabeza con fuerza guiando los movimientos que más placer me daban.
- Mírame Puta.
Su vista se alzó buscando la mía y vi lo que imaginaba; una mirada lasciva y provocadora. La sumisión y ternura que hasta ese momento me había regalado había dejado paso a la lujuria que ambos buscábamos en nuestra relación.
Separé un poco su cabeza.
- Saca la lengua.
Mis manos inmovilizaban su cabeza pero mis caderas se movían sobre su lengua usándola para complacerme.
Tras un rato de movimientos suaves, disfrutando de mi Gatita, mi excitación dejó de ser controlable y de nuevo agarré su cabeza para moverla a mi antojo sobre mi sexo. Jadeaba, gritaba, movía mis caderas y comencé a ordenarla a gritos.
- Bebe Gatita, bebe ahora.
Ella también jadeaba, caliente como la puta que era, bebiendo aquellos jugos que tanto deseaba y que tanto había trabajado para conseguir.
Mis piernas abrazaron su espalda impidiendo que se moviera y mis manos apretaron su cabeza contra mi sexo culminando un intenso orgasmo.
Separé su cara y la besé apasionadamente compartiendo mi sabor en su boca. 
Volví a separarme a mirarla y  relamió como gatita golosa arrancándome una risa divertida.
- Golosaaaaaaa.
Volvió a relamerse provocadora.
- Mucho, ya lo sabes.
Apenas me consentí desfallecer unos segundos y rápido la ordené.
- Ponte sobre mis rodillas.
Obediente y excitada se colocó sobre mis rodillas, dejando su hermoso culo al alcance de mis manos.
Zas.
Recibió el primer azote de muchos que sabía iba a recibir y me lo agradeció con un pequeño jadeo. No eran azotes de castigo, al contrario. Eran azotes de excitación, sabía que con esos cariñosos pero duros azotes su culo se mostraría aun más dispuesto a ser follado.
Zas.
A cada azote seguían caricias que recorrían sus nalgas acabando entre ellas, justo en su ano.
Zas.
Los jadeos de agradecimiento eran cada vez mayores.
Zas.
- Ábreme tu culo zorra.
Casi no había terminado de hablar cuando sus manos fueron a separar sus nalgas y una sonrisa se dibujo en su rostro.
- Tómalo, tómame.
Contesté con otra sonrisa.
- Eso haré, tomar lo que es mío.
Cogí un guante de látex y la vaselina. Metí la mano directamente en el bote y volví a recrearme en sus nalgas. 
- Mírame.

Volvió su cabeza hacia mí.

Mis manos se adentraban cada vez más entre sus nalgas pringosas. Mis dedos rozaban su ano, sus ojos pedían más y un dedo la penetro suavemente. Puso un gesto de dolor, no porque se lo produjera,  si no como acto  reflejo. Metí dos dedos sin dejar de mirarla a la cara y me contestó provocadora con un maullido.

Entró el tercer dedo y ahora su gesto de dolor si fue real.

Acaricié suavemente su interior, con movimientos calmados y, pasados los primeros instantes de dolor comenzó a jadear excitada.

Mis dedos entraban y salían pero no llegaba a su sexo y deseaba hacerlo a si que la ordené que se tumbara boca arriba. Yo me coloqué de frente y mientras volvía a penetrarla comencé a jugar con su sexo. Los gritos me excitaron de tal manera que aunque apenas llegaba por la postura, me acerqué a comerla la boca.



- No aguanto, no aguanto más.-Me gritó.

- Nadie te ha ordenado que lo hagas Gatita, córrete, córrete para mí.

Como si estas palabras hubieran sido mágicas su rostro se desencajó, sus jadeos cesaron y se corrió casi inmediatamente dejando mis manos empapadas. La llevé a la comisura de sus labios y rápido saco la lengua lamiendo su propio orgasmo.

Se le saltaron las lágrimas y la abracé.

Nuestros cuerpos desnudos se unieron, por primera vez de igual a igual y un tímido – gracias- salió de su boca.

Bebió, ese día bebió, pero su deseo era tanto que nada conseguía calmar su sed.
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 Un miedo atroz se apoderó de él mientras se ajustaba la corbata en el recibidor. Dejaba la ropa allí porque odiaba que le viera en la realidad de su traje de chaqueta.
Su miedo no era porque temiera lo que tenía fuera, temía lo que dejaba atrás. Temía que el recuerdo de aquella sensación de protección se apoderara de él. Temía necesitar volver una y otra vez a ronronear entre sus piernas. Pero ese miedo ya lo había sentido mil veces, solo que ahora tenía la recompensa de haber vivido la experiencia. Antes tenía ese miedo sin conocer lo que era sentirse poseída.
¿Y acaso no temía también la monotonía de su vida? Otra vez el péndulo.
Deseaba correr.
Como tantas veces. Solo que ahora tenía claro en qué dirección deseaba hacerlo.
Una amplia sonrisa iluminó su rostro. Una vez más había tenido razón. Vivir nuestra fantasía le ayudaría a marcarse el camino y saber en qué dirección andar le calmaría.
Las ganas de correr desaparecieron y, de repente, sintió  el calor primaveral sobre su rostro y lo que es más importante; comenzó a disfrutarlo.







Las imágenes que ilustran este relato han sido buscadas por "Gatita".

lunes, 20 de enero de 2014

UNA EXPERIENCIA, DOS MIRADAS.- Por Utópica




Nada como un reto para activar mi mente; quien me conoce lo sabe. Quizás por eso mis amigos habían decidido darme una sorpresa.
Solo sabía el nombre de los implicados, Al-Ándalus y Ejiménez; y sabía que ambos habían apostado contra mí, pero no sabía en qué consistía el reto y lo que nunca supe era que ocurría si no era capaz de superarlo; quizás es que, a pesar de su apuesta, era algo que no se habían planteado, jajajaja.

El caso es que días antes alguien me dio una idea para un bondage (Duendecillo) y pensé que ocurriera lo que ocurriera con el reto propuesto, de mi retador me "vengaría" llevando a cabo esa idea.
De mi retadora.... Mmmmm, esa requería otra venganza que algún día será contada e ilustrada;  prometido a todos los lectores, y esto también me lo tomo como reto jajajaja.
Al-Ándalus date por jodida!!!!!

Pero vayamos a los hechos.
No sabía que habían preparado pero los que me habéis leído sabéis que me gusta jugar y provocar, a si que, durante aquella cena de amigos, me pase toda la noche recogiendo mi pelo con unos palillos chinos mientras una y otra vez miraba a mis retadores con esa cara de niña buena que me caracteriza y les decía...

- Qué se me habrá ocurrido.

- Puede que los de las sorpresas sean los sorprendidos.

- Para qué querré unos palillos chinos.

Reían, claro que reían, pero al tiempo debían pensar.... Que de la habrá ocurrido a esta cabrona con los palillos.

Terminada la cena llega el momento de la sorpresa. Previamente al-Ándalus me había dicho, "solo te diré que te quiero más zorra que nunca".

- Tienes que atar a Eji, dice mi retadora. 

Una amplia sonrisa ilumina mi rostro, pero, ¿dónde estaba el reto? He atado a mucha gente, ellos lo sabían.

- Tienes que atarle pero sin taparle los ojos.

Jajaja ahí tenía mi reto.

- Te vas a enterar cabrona, esta te la devuelvo con creces.

Para quien no conozca a Eji, es un hombre grande, de carácter dominante y mirada intensa. Probablemente muchas tiemblen ante una mirada dura de las suyas, pero esa no era yo, sin duda.
Le miré a los ojos, le sonreí, le besé con la pasión y la excitación que me daba saber de mi batalla ganada antes de librarla. Comencé a desnudarle sin dejar de mirarle a los ojos y coloqué un par de palillos chinos con gesto retador en mi pelo.

Como siempre que aparece Lady Nudos a los pocos segundos me había olvidado del resto de la gente, solo éramos él y yo.
Le tenía. Le tenía a mi merced y por voluntad propia, uff. Ese pensamiento me excitaba.

Casi desde que nos conocíamos nuestras formas de ser, ambas dominantes, habían chocado en múltiples guerras dialécticas, tan intensas como excitantes, ahora, verle así, a merced de mi "maldad" mmmm.

Las cuerdas comenzaron a recorrer su cuerpo mientras su mirada no se despegaba de la mía. Las caricias se sucedían a través de la seda pero la reacción de su piel al ser rozada, me traspasaba como su fueran mis manos las que le tocaban. Observaba su boca. De cuando en cuando el deseo por besarle me devoraba. Me dijo algo y mi gesto autoritario, mi mirada desafiante y retadora le contestaron. No se intimidó, claro que no, nunca he pretendido eso con nadie y menos con él.
Se excito. Más. Le gustaba la idea del reto pero le encantaba ver que estaba a la altura. Lo que no sabían era que superaría la altura y con creces.
No podía observar a Al-Ándalus (suelo estar de espaldas a la gente para que nada ni nadie distraiga mi atención sobre aquello que estoy sintiendo), pero supongo que, habiéndome visto hacer muchos bondage, se preguntaría porque quedaban cuerdas colgando de las muñecas.

 Imágen real.


Fui a las piernas. Previo paso por su sexo, y las cuerdas seguían quedando sueltas, sin acabar de rematar.
No recuerdo que dibujo  cubrió aquel cuerpo, pero no puedo olvidar esa piel, no dejo de pensar en el deseo entre ambos que desde ese día solo se ha visto acrecentado. Me sobraban casi todos (y no digo todos que alguna me mata) y en ese momento, cuando estaba a punto de rematar mi jugada y sorprenderles con mi atrevimiento. Me paré, le miré a los ojos, y me plantee si continuar adelante.
Sí, estaba relajado, tranquilo, excitado, colaborador, pero, sobre todo vi a mi amigo, aquel con quien tantas charlas había tenido, y recordé cuan parecido era a mí. Jugaba por placer, no le importaría perder y disfrutaría viendo que estaba a la altura.
Comencé a sacar los palillos chinos uniéndolos a cada uno de los cabos que habían quedado sueltos.
Cinco cuerdas, cinco palillos, cinco apéndices, un reto, y yo me había fabricado una marioneta. Ufff y qué marioneta.

Entonces sonreí y goce.
Cualquiera pensaría que fue sensación de poder, de dominación.  Noooooo, era sensación de felicidad, de complicidad, de amistad, era la sensación de saber que mis retadores estaban orgullosos de haber perdido el reto.
Le había atado, le había convertido en una marioneta cuyos apéndices se movían a mi antojo.
Había aprobado sí, con matrícula de honor, si. Pero la satisfacción venía de saber que solo de  la relación que nos unía podíamos hacer algo así. Otra vez nuestra amiga la complicidad.

Hace poco, recordándolo con Al-Ándalus me dijo:
Cagoenlarazonquenosparo, si no, ese día se lía.

Quizás algún día vendrá la segunda parte querido Eji, no te digo más.

Lo que queda de esa noche, es un buen recuerdo, un deseo y cuatro personas que tenía cerca a las que puedo decir Tq.