LA LLEGADA DE LOS CHICOS
Yo conocía a casi todos y se
los presente a Carmen.
Los chicos empezaron a hacer
preguntas, pero, evidentemente no fueron contestadas.
Nerviosos nos siguieron.
Cuando vieron el escenario
preparado, los "cabronas" empezaron a escucharse, hasta que la voz de
Rachel se elevo sobre el resto diciendo, Cabrona no, utópica.
- Bueno, esta vez no soy yo
la culpable.
Dije agarrando a Carmen por
la cintura.
Tras el barullo inicial, comenzaron
a percatarse de los invitados a tan especial fiesta.
Sin duda, Maeloc y Látigo
fueron los que se llevaron los abrazos más apretados y los besos más
sugerentes.
Eran dos personas queridas y
la mayoría no habíamos tenido oportunidad de ponerles cara.
Colocamos la bebida y
empezamos a picar algo, intentando que el ambiente se relajara, pero los
chicos, a pesar de conocernos la mayoría, o quizás por eso, permanecían juntos,
apartados, observando a su alrededor.
Necesitábamos que se
tranquilizaran, o nada de eso tendría sentido, a si que, con un vino en la
mano, me acerque a Magda, para hacer que se derramara parte de el por su pecho.
Lamí ansiosa, intentando que
todos nuestros invitados vieran su carita.
Si, aquello daba resultado, Reinamora
me miró desafiante, y me encaminé a ella. Agarró mi pelo echándolo hacia atrás
y empezó a besarme, casi mordiéndome. Como siempre, la respondí tirando, aún
mas de su pelo, besándola, aun más fuerte, y azotando su culo mientras la
decía, bien en alto:
- Nena, no puedes conmigo,
no lo intentes.
Para los que no nos conocen,
diré que, lo mío con Reinamora no era solo una guerra de mentes, también se
convertía, de vez en cuando, en una guerra de cuerpos.
El vino, mas charlas y algún
que otro roce hicieron el resto.
Cuando consideré que el
ambiente estaba preparado, fui a buscar mi bolso de leopardo, sabiendo que, por
si solo, intimidaría.
Creo que ha llegado el
momento de explicar a nuestros lectores donde nos encontrábamos.
Se trataba de un viejo
gimnasio del cual quedaban las espalderas a la derecha, un espejo de lado a
lado en la izquierda, unas argollas en el centro, y algún potro y banco de
abdominales repartidos por el recinto.
Es de entender que, con
semejante escenario, y conociendo nuestra mente, los chicos estuvieran un pelín
desconfiados.
Me arrimé a Lolo, sabiendo
que entraría en el juego, y, mirándole con deseo, empecé a pasar las cuerdas
por sus muñecas; hice un gesto a las chicas y me ayudaron a relajarle acariciándole.
Sabía que a Plate le había
gustado, la conozco bien, a si que, fue la primera que se presto a no
permitirle ver poniendo sus labios sobre los suyos.
El resto miraba, entre
asustado y excitado pensando en cuando llegaría el momento de que las chicas
nos dedicáramos a él.
No tardamos nada en atarle y
allí le dejamos, observando como nos dirigíamos a la siguiente víctima.
Fui a la bolsa, cogí otra
cuerda y se la entregue a Ra, para a continuación mirar a Asti. Allí la deje
atándole junto con, Reina, Plate y Lili mientras yo buscaba otra cuerda.
Supongo que en esos momentos
la gente hablaba, pero, la verdad, no lo recuerdo.
Preparaba la siguiente
cuerda, que sería para uno de mis niños, Alber, y la encargada de hacer los
honores, nuestra niña, Magda, a si que la llame justo en el momento en que
desabrochaba alguno de los botones de la camisa de Asti.
Alber preparo sus manos, el
pobre sabe bien de que va, pero también tenía la ventaja de saber que podía
estar tranquilo, cada cual tenía sus limites y allí, nada sucedía en contra de
nadie, pero esta vez de nada la serviría su ya conocido reclamo frente a tanta
loba hambrienta. Al fue a ayudar a Magda.
Llame a Plateada con la
siguiente cuerda en la mano, Spinig seria su víctima, y en ese momento me quede
observando, permitiendo que las chicas empezaran a jugar con el.
Se noto su excitación
inmediatamente, pero es que yo no acertaba a ver donde tenía Lili sus manos
mientras veía como Reinamora acariciaba su pecho y le susurraba palabras al oído.
El caso es que el chico se dejo sin rechistar, yo bien sabia quien nos podía
dar problemas.
A continuación saque una
mueva cuerda y se la di a Lili para que me ayudara a atar al Doctor.
Ahora sabia que no podía
irme lejos, necesitaba asegurarme que todos estaban tranquilos y disfrutando, a
si que, hice un pequeño parón en mi actividad, para observar sus ojos.
Látigo cruzó la mirada conmigo,
poniendo carita de pena; le sonreí. Mad, que ya imaginaba por donde íbamos,
esperaba ansioso su turno, Lolo no se perdía detalle, ha pesar de estar
inmovilizado; Abogado se abrazaba a su cerveza, como si esta pudiera sacarle
del lío en el que, el solito se había metido, Alber estaba tranquilo, era el
que más sabia con quien se la jugaba, o eso creía.
Asti me miraba, suplicante.
En ese momento recorde una cosa y, rápidamente, pedí a Cio que sacara del bolso
de Doraemon un lápiz de labios o de ojos. Me miro extrañada pero empezó a
buscarlo mientras yo seguía mi ronda.
Lagarto permanecía junto a abogado,
ufff..., su cara de deseo me gusto, Spining estaba besando a Plate, o mejor
dicho, Plate estaba besando a Spining.
Maeloc me miro, sonriendo,
yo le contesté igualmente con una sonrisa tranquilizadora,
- ¿ves como no soy tan
mala?, quizás solo un poco cabrona.
Visto que todos estaban mas
o menos bien, le tocaba el turno a Carmen de atar, pero no creía que fuera el
momento.
Y antes debía usar el lápiz
de Cio.
Fuí hacia Asterix, que me
miro nervioso,
- ¿Que vas a hacer Uto?, no
seas cabrona.
- Tranquilo coño, no tengas
tanto miedo, solo tengo como arma un lápiz de ojos.
Agarrado al cinturón de mi
vestido, tenía un antifaz que seria uno de los pilares del juego y se lo puse.
Le note nervioso a si que, le bese, y le dije:
- Tranquilo, no muerdo.
Mordí levemente su labio
- A no ser que lo deseen.
Los demás miraban mi dibujo,
extrañados mientras Aste debía alucinar con los comentarios.
- ¿Que haces?
- ¿Eso que es?
Susurros al oído entre unos
y otros hasta que la carcajada de Rachel se escucho con eco incluido en el casi
vacío gimnasio.
- Que Cabrona!!!!!!
Quité el antifaz de Asterix
que rápidamente bajo la cabeza intentando ver que había dibujado en su pecho.
Se la levanté, recordándole
que tenía un espejo enfrente.
Cuando vio su imagen
reflejada…
- No, cabrona, no, no puedes
hacerme esto.
Todos miraban extrañados por
el hecho de que una simple mariposa dibujada en su pecho produjera aquel
efecto, pero nosotros lo entendíamos,
Le mire q los ojos y le
dije,
- ¿Ya sabes porque estas
aquí no? Las mariposas tienen la culpa, y te aseguro que hoy no dejaras de
pensar en ellas.
Prefería que entre Cio y Ra
ataran antes a Abogado, que no paró de mirarme, hasta que me acerque a su oído
y le susurre palabras que solo ambos entendimos.
Atados todos estos, quedaba
lo mejor, pero no tenía claro en que orden hacerlo.
- Bueno, nos quedan los mas
marchosos, empecemos con Látigo nenas, que tanto decir que no le damos miedo, a
ver si es verdad.
- Miedo no lady, terror.
Entregue la cuerda a Reina,
y el resto nos acercamos, mientras le hice echar el culo hacia atrás y le di
varios azotazos diciendo,
- Mmm, el culo que mas se ha
hecho desear, pero ya lo he tenido, hoy me llamará con gritos de deseo.
Le bese casi con rabia,
nuestro último encuentro, relatado en un "timido" truhan, me habia
supuesto un juego mental que me habia llevado a una excitacion wue pocas veces
se consigue y su sola presencia excitaba e incitaba mi imaginación de una
manera brutal, pero era Reina, su tigre de Bengala, la que tendría el honor de
atarle.
Empezamos a darle la caña que se merecía, ni más ni menos. Anime a las manos amigas a recorrer su cuerpo, todo su cuerpo. Se retorcía mezcla de cosquillas y nervios, pero aquello solo conseguía sacar mas maldad de Cio, carcajadas de Rachel, hiperactividad en las manos de Lili y caricias de Plate mientras las demás tocábamos en los pocos huecos libres y Reina y Látigo se resarcían de tanto tiempo de espera con unos besos, que, mas que besos, parecía que se estaban comiendo.
Empezamos a darle la caña que se merecía, ni más ni menos. Anime a las manos amigas a recorrer su cuerpo, todo su cuerpo. Se retorcía mezcla de cosquillas y nervios, pero aquello solo conseguía sacar mas maldad de Cio, carcajadas de Rachel, hiperactividad en las manos de Lili y caricias de Plate mientras las demás tocábamos en los pocos huecos libres y Reina y Látigo se resarcían de tanto tiempo de espera con unos besos, que, mas que besos, parecía que se estaban comiendo.
Una vez látigo estuvo
amarrado dije.
- Ya solo quedan dos, y será
Carmen la que haga los honores, a por ellos, que son los mas cañeros, o eso
dicen, a ver si es verdad.
El cuerpo de Carmen se
contoneo frente a Lagarto, haciéndole que se diera la vuelta y, sin mucha
contemplación, bajo sus pantalones y calzoncillos, dejando sus nalgas levemente
cubiertas por su camisa.
Agarro una de sus manos y
mientras con su pubis acariciaba las ansiadas nalgas.
Al principio nos arrimamos,
pero luego la dejamos sola.
Ato la mano a la espaldera y
dejo la otra libre para continuar jugando, pero la hice un gesto, aquel no era
el juego, ya tendría tiempo de resarciese, a si que, allí le dejo, atado con su
deseo, de culo a el resto.
- Solo queda Mad.
Dije bien a sabiendas de que
Doc se sorprendería.
Carmen fue hacia él y en sus
besos se noto la amistad y complicidad que existía entre ellos.
Pero aquello, lejos de ser
una ventaja para Mad, sería un inconveniente, y el bien lo sabia.
Acabó, como Lagarto, atado
de culo y sin pantalones.
- Bueno pues ya están todos.
Me miraron, como si no me
hubiera dado cuenta de que Doc no estaba atado, incluso, no recuerdo quien, me
lo dijo.
1 comentario:
que bello uto.. siempre igual... no me canso de decirte que eres asombrosa, aunque no me sorprendes dejas que mi imaginacion vaya mas alla y meta en el papel,,,, me encanta y haces que me moje.. y me haces ser y sentirme muy puta.. gracias... lili
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