lunes, 30 de julio de 2018

UNA IMAGEN.....


El paseo comenzó tranquilo

Últimamente todos mis paseos eran tranquilos.

Era ahora, cuando podía disfrutar tranquilamente de ellos cuando más me daba cuenta de cuanto la echaba de menos

Sus provocaciones a mi exhibicionismo, sus promesas de aparecer algún día, su frases pícaras
provocando mi excitación, su mente, a la vez perversa y pervertida incitando mi día a día.

Sólo ella era capaz de conseguir que un simple paseo me excitara.

....

Adoquines eternos, simétricos, monótonos, aburridos. Si al menos ella pudiera verme.

....

Ese pensamiento me produce un cosquilleo en la entrepierna, y de eso a activar la cámara de fotos del móvil, apenas un segundo.

....

Quien sabe si no encontraré la forma de hacérselas llegar.
Miro a mi alrededor, no hay nadie
Flash. Foto

....

Continúo  el paseo, soñando con sus labios, con la idea de apenas rozarlos, con la excitación de sentir el calor de su respiración.

....

Esa torre debe quedar bien como fondo para una foto de mi polla.
Flas

Ya  no podré parar, la excitación se va haciendo notable.
No quiero acabar el paseo. Quiero más fotos.
Fotos para ella.
Para activarla la mente, para pervertirla.

Si pudiera tumbarla en este kiosko...
Abrirme paso entre sus piernas, con mi boca, con mi lengua, con....
No, con nada más.
Quiero disfrutarla, poco a poco, quiero beberla.
Deseo sentir mi rostro empapado de su deseo contenido.
Imaginar su cuerpo desnudo, tumbado en el kiosko, me provoca el deseo de una nueva foto. Flash.

Imagen real de A en su paseo objeto de esta provocación.


….

Volviendo atrás en la galería, veo como va en aumento el tamaño de mi polla, según crece mi deseo hacia ella.
Inconscientemente, o no? camino hacia una zona menos transitada. 
Me escondo entre los árboles.
Saco mi polla, ya totalmente erecta y hago una nueva foto. Flash.
Cuanto la deseo, cuanto la pienso, casi puedo oler su piel.
No puedo guardar mi polla, tengo la necesidad de acariciarme, de seguir tocándome hasta regalarle un orgasmo. De descargar mi necesidad de ella en una paja de las que nos gustan, tan arriesgada como excitante.

Mi mano se mueve con rapidez, mi cabeza ligeramente hacia atrás, mis ojos cerrados... Los abro un segundo. La imagino de rodillas frente a mi, con el pecho al descubierto, ofreciéndomelo como deposito de mi regalo.

Jadeo, vuelvo a cerrar los ojos, me toco más aprisa.
Mi jadeo es más sonoro, mis movimientos más rápidos.
- Dámelo Cielo
Esto debe acercarse bastante al paraíso. Está tan dentro de mi mente que puedo sentirla a mi lado.
Tantos años de prácticas imaginándola, hacen que sea capaz de sentirla.

- Dámelo Cielo. Es mío. Siempre será mío.

Su legua en mi glande. Mis ojos abiertos, 

- Dámelo Cielo.

Repite suavemente.
Siento que todos los años de deseo, de espera, han merecido la pena.
Sentir esa lengua recorriendo suavemente mi polla mientras yo no dejo de tocarme. Ver esos ojos, llenos de lujuria y picardía mirándome directamente, hacen que estalle y la regale el más deseado de mis orgasmos.
Al sentirlo cercano a su boca, hunde mi polla en ella, haciendo mi orgasmo sea más intenso al sentirla aprisionada por esa tan deseada boca.
Juega con su lengua hasta que siente que empieza a bajar de tamaño. Se retira suavemente, muestra su boca llena de mi, provocadora, coqueta.
Traga sin apartar su mirada de la mía.
Se levanta, me abraza, me besa...
Me besa...
Me besa...
Apenas puedo moverme, solo sentirla.
Susurra en mi oído
- Te dije que algún día aparecería. Volveré cielo.
Cubre sus pechos, se da media vuelta y camina despacio alejándose de mi.
- No te vayas.
- Vuelve.
- Vuelve princesa.
Se da media vuelta y me dice.
- Volveré, pero sabes que nunca me iré del todo Cielo.
Y vi como su silueta desaparecía entre los árboles, aun sin saber si de veras era ella o el sueño más intenso que tuve jamás.


A. me retó a empezar a escribir y no podía ser otro que el propio A quien consiguiera que volviera a hacerlo.
El reto que me propuso fue el siguiente: te ganarás el video de mi orgasmo solo si prometes mandarme un relato sobre estas imágenes.
Gracias querido A,
Consigues sacar lo mejor de mi,
de mi mente
de mi pluma
de mi erotismo....
Gracias Cielo, por seguir siempre ahí.











lunes, 9 de noviembre de 2015

MI PUTA, MI CABRÓN por Utópica

- ¿Cómo has dicho?
- Lo siento MI AMO.
- No te he preguntado si lo sientes, te he preguntado ¿qué has dicho?, porque me ha parecido que anteponías tus deseos a los míos, ¿ha sido así?

Apenas estaba atenta a las palabras, pero sí a su significado.
Aquella mujer, con los ojos vendados, de rodillas en el suelo, con las manos inmovilizadas a la espalda gracias a una cinta que previamente yo misma había colocado sobre su cuerpo, parecía temblar; y yo observaba atenta su cuerpo intentando que me ayudara a entender su mente.
La fusta empezó a golpearla pero intuía que infinito más daño le hacían las palabras pronunciadas por su AMO.
Había cometido un error, y lo estaba pagando. Las palabras de desprecio de su AMO incidiendo en el error cometido debían clavarse como puñales en su corazón, en su alma y en su orgullo. Quizás el tenerme a mí como público hacia más duro el castigo, más humillante.
Ella que presumía de ser tan buena perra, que por obediencia y deseo hacia su AMO nos encontrábamos allí los tres; había cometido un error de principiante. Las palabras de su amo la humillaban en ese sentido sobre su error.
- ¿Qué pensará de ti nuestra invitada? Se está descojonando mirándote. 

Ella permanecía de rodillas, con las manos a la espalda, recta, mordiendo de cuando en cuando sus labios, podía parecer que de dolor, yo creía intuir que era de rabia.
Por supuesto la invitada no pensaba nada negativo de aquella Mujer a la que, cuanto más conocía más admiraba.
Intentó apoyar sus nalgas sobre sus piernas pero un fustazo se lo impidió obligando a erguirlas de nuevo.
Su AMO danzaba a su alrededor, sin parar de hablarla, sin dejar de reírse de su error. Me miraba preguntándome con un gesto qué me parecía, yo, igualmente con gestos le contesté que en ese momento la abrazaría. Me negó con la cabeza.


Está claro que no iba a intervenir ni respirando, pero era lo que me apetecía. Bueno, eso y quitarle la fusta, ponerle junto a ella y liarme a fustazos diciendo.
- ¿Duele? Pues igual la duele a ella CABRÓN.
Aunque bien sabía que a ella le dolía tanto como la excitaba.
Creía intuir que a cada fustazo entre sus piernas, un chorro de flujo escapaba de su coño.
Se sentía más suya de lo que se había sentido en todo el día, y eso que había sido un día de entrega total a los deseos de su AMO. Pero no la importaba, sabía que, aparte de duro, era justo y generoso y la compensaría su entrega, igual que ahora la castigaba su error.
Colocó la fusta entre sus dientes, haciendo que la agarrara mientras él seguía hablando y danzando en torno a ella.

No pudo evitar que la fusta se inclinara hacia un lado y que sus babas cayeran al suelo haciendo un pequeño charco.
Él la regañó, ella se disculpó.
Colocó de nuevo la fusta entre sus dientes y volvió a tomar distancia mientras no dejaba de hablar.
La improvisada invitada a aquella parte de su encuentro apenas respiraba por no interrumpir el momento, sin embargo, no se perdía nada de lo que a su alrededor acontecía, intentando entender, comprender, conocer y aprender de aquello que estaba viendo.
Cuando finalizó supo que, aquellos minutos la habían enseñado más sobre ese desconocido mundo que cualquiera de las charlas o lecturas anteriores, y confirmó sin lugar a dudas aquello que ya pensaba. Les envidiaba a ambos.
A Él por su sabiduría, por su psicología, por ser capaz de intuir que necesitaba en cada momento su sumisa. Por saber regalarle sensaciones que solo ellos eran capaces de vivir.
A Ella por aquella entrega, por ese control sobre su mente y su cuerpo, por esa forma tan intensa de vivir su sexualidad.
Las cosas intensas, vividas sin complejos son las que nos hacen disfrutar de la vida.
A ambos por tener las cosas tan claras.
Me envidio hasta a mí, que disfruté de aquella Zorra como si fuera mía y de aquel cabrón cómo si fuera mi Cabrón.





miércoles, 8 de julio de 2015

UNA TARDE DE BI-CIO por Utópica

Me excitaba muchísimo la idea de follarle en público. Saber que nos miraban mientras abría su precioso culito y me regalaba una de sus sonrisas provocadoras. 
Ese pensamiento me fue acompañando a lo largo del día, de manera que, cuando le vi ya estaba excitada.
En esas circunstancias entramos al local y tras unos largos preliminares que no voy a entrar a detallar, entramos en una habitación. 
Las grandes cristaleras serían mis aliadas. Cerré la puerta, pero abrí bien las cortinas para asegurarme ser vistos.

Comenzamos a besarnos, acariciarnos, tocarnos....
La gente pasaba y miraba. Éramos una pareja más hasta que pedí que sacaras tu juguete. Entonces te abriste de piernas y empecé a jugar con tu culito. 
La gente que miraba, ya lo hacia de otra manera.
Miraba dos veces, supongo que queriendo ver si era verdad lo que veían.
¿Un chico abierto de piernas mientras su chica jugaba con su culito?
Espera.
¿En serio?
No.
No meter un dedito.
No jugar con su ano.
No.
Follarle, y bien fuerte con aquel dilbo vibrador que tu mismo te habías regalado.
Una pareja se paró. No dejaban de mirar tras el cristal.
Yo cada vez te follaba más fuerte. Primero porque cada vez gemías más y segundo por que quería que, cuando abriera la puerta, quien entrara lo hiciera sabiendo lo que había.
Antes de que nos diéramos cuenta la puerta se abrió y la pareja entró poniéndose detrás de mi, con lo que yo no los veía. Te miré, aun con más atención , buscando en tus gemidos, en tu mirada, una aprobación. La vi y permití que aquello siguiera su curso.
- Dame el arnés- Te dije al oído....
Me lo coloqué sin apartar mi mirada de ti. El chico me ayudo a tensarlo. Veía, sentía que observaban cada movimiento. Te pedí que te pusieras a 4 patas, la chica se tumbo junto a ti y de nuevo te penetré, pero esta vez directamente con el arnés.
Te escuchaba gemir a cada embestida. Esos grititos que me vuelven loca. 
Guiaste a la chica a que colocara su coñito a la altura de tu boca y la colocaste sobre ella. Y digo bien, colocaste tu boca sobre ella, no la comiste, porque no se si realmente empezaste a comerla el coño o solamente con la inercia de mis embestidas llegabas a el.
El chico seguía tras de mi y, de alguna manera encontró hueco entre las cinchas del arnés para meter sus dedos dentro de mi coño.

- Quiero follarle, me dijo.
- Es una buena zorra, no imaginas como menea el culito en cuanto siente algo arrimarse.
- Mmmm, mira cariño. Quiere follarte- Te dije al oído- ¿Quieres? A mi me encantaría verlo, ver como se follan a mi puta.
- Siiii.
Fue tu escueta pero contundente respuesta apartando un segundo tu boca del coño de la chica.
Entonces sentí como el chico buscaba mi coño para follarme. Pensé... Quizás me he confundido y ha dicho que quiere follarme a mi. Pero su polla no acababa de entrar y fue en busca de la boca de aquella chica que se notaba no era su chica. Unos segundos después , sin dejar de tocarle, le guié hacia tu boca. Ver con que excitación la abrías para recibir aquella polla que sabias iba a follarme me hacia embestirte aun más fuerte; y más fuerte te embestí cuando la polla salió de tu boca para entrar definitivamente en mi coño.
Sentía como al ser follada la fuerza de ambos entraba en ti.
Te hablaba. No recuerdo bien que te decía, pero algo sobre la fuerza de aquella polla, y sobre que serias el siguiente en sentirla dentro de ti. No estuvo mucho follándome. No creo que fuera yo su objetivo, y no me extraña. Estabas más que deseable a cuatro patas y jadeando de aquella manera.
Aparté mis caderas de tu culo dejando paso a aquella polla, más o menos del mismo tamaño que mi arnés.
Se agarró a tus caderas y empezó a follarte mientras yo, a tu lado, hablaba a tu oído.
Dejaste el coño de lado para besarme una y otra vez, jadeando como la perra que te sentías hasta que nuestro amigo se corrió.
Cuando se fueron nos cogimos un pequeño descanso comentando lo ocurrido, pero esta vez con la puerta abierta de par en par, para recuperarnos del intenso calor.
Yo estaba boca arriba, de cara a la puerta, y cada vez que se asomaba un chico, una sola mirada mientras me acariciaba la "polla" bastaba para disuadirles para que no entraran.
El descanso duró poco. Rápido comenzamos de nuevo a besarnos y tocarnos cuando un nuevo chico asomó su cabeza, solo que esta vez, verme acariciar el arnés, no solo no le disuadió, si no que le animó a entrar.
Te pedí que me follaras mientras yo seguía boca arriba sin dejar de acariciar aquella polla de plástico.
Nuestro nuevo amigo se subió a la cama y se colocó junto a mi, restregando su polla contra mi pecho. Yo le dejaba hacer pero estaba pendiente de ti, de tus embestidas, de tu cara mientras me follabas y veías como aquella polla se acercaba cada vez más a mi.
Me besaste y la polla se arrimó más.
- Vamos a comerle la polla entre los dos cariño.
Y así hicimos. Mamársela a medias mientras me follabas.
Que morbazo. 
Sentía tu polla dura como una piedra dentro de mi, dándole cada vez más fuerte cuanto más dura se ponia la polla de nuestro amigo, ya solo en tu boca, al tiempo que no dejaba de susurrarte al oído cuanto me gustaba verte tan puta, comiendo con tanta ansia aquella polla. 
 Sentí una nueva mano en mi pierna, otro chico había entrado, las manos iban y venían por mi cuerpo, pero mi excitación venia solo de ti, de sentir como me embestias excitado con su polla en tu boca, polla que mamabas con muchísimo gusto.
Te corriste casi sin darme cuenta, con tus temidos ahogados sobre aquella polla.
Entonces solo desee quedarnos solos, acariciarte y besarte calmadamente agradeciéndote la tarde de lujuria que me habías regalado.

jueves, 26 de marzo de 2015

EL MORBO GANÓ por Utópica


No sabía que me ocurría. Es verdad que mi estado natural  estanir cachondo, pero aquel día lo estaba especialmente; sentía que era capaz de todo.
Quizás lo que había disparado aun más mi lívido, ya de por si disparada, había sido la visión del escote de mi vecina del quinto en el ascensor.
Cuando se abrió la puerta y la vi, no pude evitar llevar mi mirada a sus pechos. Ella me sonrió provocadora, sabiéndose deseada; quizás tambien excitada de ver el deseo que provocaba.
Eso había ocurrido por la mañana y entre medias había trascurrido una larga jornada de trabajo, pero aún se me levantaba al recordarlo.
Con Alicia en mi pensamiento pase al baño de la estación de metro, sin darme apenas cuenta de que en lugar de agarrar mi polla, casi la acariciaba.
Fue entonces cuando  vi a mi vecino de baño observando mi polla erecta y sonriendo.
Un tío alto, como yo, al que por supuesto no había visto en mi vida.
Ambos sonreímos y seguimos mirando al frente pero intuyendo una sonrisa en la boca de mi vecino. Noté que volvía a mirar mi polla y me volvía a mirar a mi. Otra sonrisa, esta vez acompañada de un gesto pidiendo permiso. No contesté, pero mi sonrisa nerviosa debió parecerle un si, porque a continuación note como su mano me acariciaba, pero antes de poder decirle que no, que estaba en un error, que yo era hetero, mi polla se puso como un palo.


Le deje hacer y dos minutos después, mi mano fue hacia sus huevos.
La puerta nos asusto y nos soltamos. Corrí a encerrarme en el water. Mi cabeza daba vueltas. ¡Que coño había hecho!!! ¿Como había acabado  dejando que un tío me tocara la polla? Es verdad que, a veces, se me pasaba por la mente cuando estaba muy cerdo, pero, joder... No me gustaban los hombres.
Escuchaba nervioso esperando que el inesperado visitante saliera convencido de que mi vecino de urinario había salido ya.
La verdad es que había disfrutado. Volver a revivirlo hizo que se me volviera a poner tiesa. Me gustaba sentirme así de cerdo. Era como un bucle. Cuanto mas cerdo me sentía más me excitaba, y cuanto más me excitaba, más cerdo me sentía y cosas más fuertes me apetecía hacer. Por fin escuche la puerta y me decidí a salir.
- Déjame pasar
- Pe, pe pe.. ¿No te habías ido?
- No, me ha encantado tu polla, no me iba a ir sin al menos intentar comértela .



No tengo un recuerdo muy claro de que pasó después, pero, unos segundos después estaba de rodillas frente a mi, con toda mi polla dentro de su boca. De vez en cuando me decía lo guarros que éramos y eso me excitaba. Agarré su cabeza y echó las manos atrás, como dándome permiso para follarle la boca. Ahora recuerdo que actué casi con brutalidad y sentía que eso le ponía aun mas cachondo. Pedía más. Gritaba pidiendo leche. Volvimos a escuchar la puerta y me paré. Me hizo un gesto de silencio y volvió a meterse mi polla en la boca. Vocalizó dà-me-la. El inesperado visitante hizo que me pusiera más cachondo y la cara de cerdo de mi nuevo amigo  hicieron que no pudiera más y regara su cara. Se levantó, se limpió la cara, y me susurro al oído... Si no fuera porque tambien soy hetero te pedía que me follaras el culo.
Me guiñó un ojo y se fue.
Volví a la realidad lo justo para decidir esperar un buen rato antes de salir. Me moría de vergüenza, pero lo cierto es que esa fue una de las experiencias más morbosas de mi vida.
Soy hetero, sigo siendo hetero; pero soy un cerdo, y eso, ni puedo ni quiero evitarlo.


P.d. Este relato sale de largas conversaciones a las tantas de la madrugada. Si esto no es complicidad, querido amigo, no se donde buscarla.

martes, 16 de diciembre de 2014

UTO ROMPEHUEVOS por Morbosobretodo

Tengo una curiosidad tremenda por verte en una sesión de bondage... Y me pregunto cual sería la cara de tu víctima sí....
Bueno el si me lo guardo y te lo detallo luego un poquito más.


Y DESPUÉS DE ESTA BREVE CONVERSACIÓN CON MORBOSOBRETODO, ME LLEGÓ ESTO:


 Tras tocar el timbre, aun nervioso, un chico alto y serio me abre la puerta con su impoluto smoking negro.
Cuando voy a dar un paso para cruzar la puerta me tapa la entrada. Mirándome a la cara con un tono de voz seco pero educado me dice: ¿Cual es la contraseña, señor?, nervioso pero divertido respondo: Uto rompehuevos. Se echa a un lado sin un solo gesto en sus facciones, y con su mano me señala el camino que apunta directo a la puerta principal. Con un simple gracias me despido de él y me dirijo con paso rápido hacia la puerta sin dejar de observar a mí alrededor. Cuando llego a la puerta está entre abierta, asomo la cabeza y no veo a nadie, abro la puerta del todo y paso al interior. Una cinta roja en el suelo desaparece por una de las puertas. Decido seguirla. Tras cruzar una sala, un salón, un pasillo largo y subir un par de escaleras termino en una habitación muy pequeña absolutamente negra con dos puertas y un aroma que todavía no reconozco. Una puerta blanca con un gran brillo al lado de una negro todavía más brillante. Me siento como Neo, salvo que aun no sé que estoy eligiendo. Abro la puerta blanca y da a una magnifica terraza con vistas al jardín. Unas luces tenues iluminan un enorme sofá con cojines blancos y una mosquitera del mismo color a su alrededor, unas sillas metálicas dispuestas alrededor de una mesa de madera color caoba y un jacuzzi integrado a ras de suelo para varias personas tapado con una lona marrón. Sin un sonido que me de ninguna pista decido volver atrás y probar con la puerta negra.
A pesar de haber empujado con fuerza la puerta esta no se abre por lo que decido usar la cortesía que he olvidado. Golpe la puerta ligeramente con mis nudillos.
Pasados unos segundos y sin obtener respuesta alguna y tras una primera duda vuelvo a llamar esta vez algo más fuerte.
Unos segundos después la puerta se abre despacio. Mi sorpresa no tiene descripción, casi ni te había conocido. Me abres la puerta con el pelo recogido con tus míticos palillos, los labios pintados de morado intenso, un liguero negro sin liga alguna en la que sujetarse y unos zapatos negros con poco tacón. ¿Tienes prisa?...es tu manera de darme la bienvenida. Yo aun incrédulo y paralizado ni me muevo. Tú pareces divertida y tu espíritu único parece que ha encontrado diversión en pasar la punta de tu fusta por mis mejillas, bajar por mi pecho y jugar con ella en mi entrepierna mientras con una voz casi impertinente me dices: ¿vas a pasar o piensas quedarte ahí en medio toda la tarde? Sonríes, te giras y caminas hacia el interior de la habitación.
Me espabilo para cerrar la puerta con mi mirada fija en tu culo. El aroma de antes ahora si inunda mis sentidos. Te pierdo de vista mientras mis ojos se hacen a la tenue luz de la estancia. Ahora ya sé donde esta tus medias. Una de ellas tapa ligeramente los ojos de un hombre mayor que está
sentado en una silla que me recuerda a la de mi dentista. La otra media la tienes atada alrededor de sus huevos y colgando por sus piernas. No me he dado cuenta pero mi polla ha crecido considerablemente en mis pantalones y tengo que colorarme un poco porque empiezo a sentirme incomodo. Tú sigues centrada en el susurrándole algo al oído a su espalda. Tus pechos colgando han captado toda mi atención. La sensación es indescriptible. El "espectáculo" único me sobrepasa pero a la vez me hace sentir afortunado por poder vivir algo que jamás podría siquiera haber imaginado.



Mientras juegas con tu fusta por todo su cuerpo vas recogiendo trozos de cuerda dura que tenias por la habitación. Comienzas con tu pequeño ritual mezclando las caricias, besos y mordiscos con pequeños golpes de fusta y algún que otro juego con las cuerdas. Preparas con delicadeza y firmeza cada nudo y aunque no te veo se que en la distancia "vigilas" mi figura. Yo atónito, parado en medio de la sala, observo a aquel hombre desnudo y tus movimientos en su cuerpo descentrándome de vez en cuando en tu cuerpo. Observo como te mueves, tus manos sin parar, tu culo y tus pechos moviéndose a los compas de cada uno de tus pasos. Y sin más tu voz me saca de mi estado. Acércate aquí. Es de mala educación no presentarse. Si, perdona tienes razón, acierto a decir. Usando unos nombres que ni recuerdo nos presentas. Me engancho a la conversación cuando le estás hablando de mí. Es el chico del que te hable. Forma parte de mi harén personal. Tiene un futuro prometedor pero me está costando meterlo en vereda, dices mientras sonríes. Te acercas a mí y te pones a mi espalda. Me quita el jersey y el polo que llevo lanzándolo sobre el cuerpo del
 hombre que ya tienes atado sobre la silla. Pegas tu cuerpo al mío y noto tus grandes pechos sobre mi espalda. Los pezones duros me hacen ser consciente de tu excitación. Besas mi cuello mientras tus brazos me rodean y echan mano de mi cinturón. Lo desabrochas poco a poco y lo sacas de mi cintura. Te separas de mí llevándote mi cinturón que vas a usar a modo de correa sobre el cuello de nuestro anfitrión….









MORBOSOBRETODO













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P.D.: JURO QUE NO HE HECHO NADA PARA MERECER ESTE RELATO….
TODAVIA.







jueves, 30 de octubre de 2014

WHY GO? by A de Cirene

Why go?, así se llamaba el local, en pleno barrio de Chueca, donde había quedado Carlos, mi compañero de trabajo, con su hermana Raquel y una amiga de ésta. Las dos acababan de llegar, apenas unos días antes, desde Palencia. No conocían Madrid y hasta ahora se habían limitado a las visitas típicas de turismo de folleto: Plaza Mayor y bocata calamares, Puerta del Sol, La Cibeles y por supuesto el acto extremo de garrulismo total, el Bernabeu.
Carlos, que nunca había tenido una confianza excesiva con su hermana, no sólo por la diferencia de edad, casi 10 años menor, sino porque hacía 15 años que él ya vivía en Madrid y sobre todo, por la excesiva mojigatería de toda su familia, se había propuesto mostrarles una pincelada del Madrid nocturno menos cool, o más, dependiendo para quien.
Su objetivo no era otro que escandalizar a su hermanita pequeña con algún garito de frikis, mezcla de cazadores noctámbulos, reinonas del barrio – mariconas – , felinas herederas de realities televisivos y desequilibrados perdidos en general.  Why go? era el local perfecto, tenía todo eso, y además maquillado con una decoración retro cutre y pseudo glamuorosa de local de moda, de la cual podrían presumir posteriormente de vuelta a su ciudad.
A pesar de mi negativa inicial finalmente acepté acompañar a Carlos. Mis expectativas para esa noche estaban claras: conseguir de mi camarada Jack Daniels la fuerza suficiente para aguantar con la mejor de las sonrisas a las discípulas de la Virgen de las Angustias y largarme a dormir cuanto antes.
Nos encontramos con ellas en la calle Barbieri. Habíamos quedado en la puerta del local, pero nos estaban esperando al inicio de la calle, a unos 100 metros del bar, imaginamos que no se atrevían a acercarse al ver las pintas de la gente que deambulaba alrededor del garito. Al menos eso pensamos nosotros, lo cual nos hizo echarnos las primeras sonrisitas, creyendo que iban a alucinar, y que, después de aquella visita al Why go?, no querrían volver a quedar ni con nosotros y ni siquiera en Madrid.
Raquel, abrigo, bufanda y gorro de lana, tapada exageradamente, teniendo en cuenta la época del año, tenia apenas 24 años, 1,70, morena y con un parecido enorme a su hermano Carlos. Nos recibió con una sonrisa enorme, creo que de la alegría que se llevó al vernos, tras unos minutos de espera observando la fauna de la zona. Su amiga, ‘La Mari’, una mezcla de María Teresa Campos y Pancho Villa que hubiese quedado perfecta como modelo anunciante de quesos manchegos. Parecía más jovencita aun, más bajita, más fea, más gordita, más sosa e igual de tapada que Raquel.
Entramos en el Why go? sin prácticamente hablar, salvo el saludo protocolario inicial y tres o cuatro preguntas estúpidas, relacionadas con el tiempo o con cualquier otra gilipollez que ni siquiera recuerdo. El local estaba igual de oscuro que siempre, y para ser un martes había bastante ambiente, con una mezcla de gente curiosa: un grupito de punkies, de pastel, disfrazados al modo de la primera época de Madonna, por supuesto con ropa del Corte Inglés mínimo – como me jode la gente sin principios para según que cosas -, unas cuantas parejas gays, tanto tíos como tías, varios grupitos de gente demasiado normal para ese tugurio y ese barrio y un par de ejecutivos cazadores, héteros desesperados sin duda, porque no quitaron la vista de nuestras chicas mientras se deshacían de toda la vestimenta esquimal que las envolvía.
Con  varias capas menos de ropa Raquel lucía mucho mas, tenía un cuerpo muy bien proporcionado, con un pelazo negro negrísimo, que le llegaba hasta la mitad de la espalda, justo para señalar un bonito culo, pequeño para mi gusto pero redondo y de apariencia firme, digno de su edad, enfundado en unos pantalones vaqueros bastante ceñidos. Confieso que hubo un instante que me resultó atractiva y follable. Volví en mí al ver en Raquel la cara idéntica de Carlos y me dirigí a la barra a por mi primer Jacky.
No había tenido la delicadeza de preguntar a los demás que iban a tomar. Fue algo no premeditado, imagino que para intentar evadirme cuanto antes. De regreso de la barra, copa en mano,  fui consciente de mi egoísmo, aunque la verdad, no me importó. La Mari estaba embutida en un vestido indescriptible, de una época prehistórica, de donde deben quedar ya pocas pruebas fehacientes… aunque se debía llevar mucho los cuadros tipo escocés o mantel restaurante menú. Con el sobrante de las cortinas del salón, La Mari igual te hacía unos pantalones cortos que un vestidito para las niñas en el día de la primera comunión de la prima Yoli.  El vestido saco le llegaba hasta medio palmo por encima de las rodillas, justo donde terminaban una especie de medias futboleras dignas del mejor delantero de la Selección y a juego con su pelo rojizo al mas puro estilo hooligan abrasado en Benidorm.
 
Afortunadamente, mi papel de escolta me permitía bastante libertad de acción, asumiendo Carlos el rol principal de anfitrión-guía-hermano mayor, además, en el momento en que me acerqué a la barra mi escáner masculino había captado un par de hembras mas que interesantes. Estaba, por tanto, fijado el objetivo, un par de Jackys mas y algún Ferrari (chupito de vodka con tía María), y a por ellas….
hola chicas, joder que buenas estáis!, como me gustaría follar con vosotras …
Mi mente estaba ideando el más simple de los diálogos, simple, soez y grosero, como el guión de una peli porno, pero ¡joder!, estábamos en el Why go?
 
Después de un Jacky y tres Ferraris, a los que consiguió Carlos que se apuntaran nuestras chicas, un intercambio de invitados que salían y entraban en el bar, y algunos amagos de movimientos similares a los ritos Cambalacheros, en homenaje al Sunday bloody Sunday de U2 y sobre todo, el Nobody´s Diary de Yazoo, estaba en el punto adecuado para abordar a las lobas. 
 
 
Los servicios estaban en el sótano. Tras bajar por unas estrechísimas escaleras, al fondo se encontraban un par de puertas cerradas –almacén y privado- y antes, otras dos puertas enfrentadas con los urinarios de chicos y chicas, izquierda para ellos y derecha para ellas. Lo mas divertido era que prácticamente todos los compartimentos estaban separados por cristales, color rosa, ligeramente oscurecidos, pero con suficiente visibilidad para practicar exhibicionismo unos y voyeurismo otros. Los tímidos y tímidas teníamos un problema, que yo evitaba aguantando hasta la tercera copa para bajar. Para colmo en el baño de los tíos, se meaba directamente sobre una pared, tipo espejo y sin separación alguna, con lo cual aquello era como un escaparate de pollas y cruce de miradas de todos con todos. También había un par de minihabituculos independientes y su correspondiente puerta de cristal rosa. Abrí la puerta y únicamente estaba otro tío, que suerte, pensé inicialmente mientras me desabrochaba los botones de la bragueta. Como obligaba la curiosidad y la norma, inevitablemente mis ojos, a través del espejo se fijaron en la polla del tipo de al lado, que ¡joder!, estaba completamente empalmado y mirando en dirección contraria.  Rápidamente se despejó el enigma, en el baño del fondo claramente se distinguía como un tío, en cuclillas le estaba haciendo una mamada a otro, de pie apoyado en la pared del fondo. No era la primera vez que veía algo similar, así es que no le di mucha importancia. Terminé, una última mirada al pavo de al lado, que daba la impresión de que iba a empezar a pajearse de un momento a otro, y me subí a por las lobas, no sin antes observar con detenimiento en la puerta de enfrente, en los servicios de las tías, pero no alcancé a ver a nadie.
 
Otra vez arriba, Carlos me tenía preparado otros dos Ferraris, el mío y uno de las chicas, que ya no estaban dispuestas a seguir con ese juego. Tras acabar con el primero, La Mari me preguntó por los servicios…
Mi sangre y mi cerebro ya tenían una dosis de alcohol suficiente como para cavilar maldades dignas de cualquier patio de colegio.
- Bajando por las escaleras, la primera puerta a la izquierda.   
En ese momento me conformaba con que se metiese en el baño de los tíos y tras el breve shock inicial, la imaginaba abochornada de vuelta al que le correspondía realmente…
Habían pasado tres o cuatro minutos, pero mi impaciencia y una risita estúpida me delataba, así es que decidí bajar e investigar.
 
Mirada furtiva al servicio de las tías, nada. Un intervalo de indecisión, ¿Se habrá enfadado y se ha ido al hotel sin despedirse?, por instinto cambié la dirección de la mirada y entro al servicio de los tíos.
No puedo creerlo, el efecto de los Ferraris suele ser demoledor pero tan alucinógeno…, ¡No puede ser!
En el baño de enfrente además de los dos hombres que había visto antes realizando trabajos fellatio, claramente se distinguía el fantástico vestido de cuadros de La Mari.
 
Aun no había fijado en mi cabeza una idea clara de lo que estaba pasando, abrí la puerta sin pensarlo y la visión fue tan impactante que me dejó bloqueado unos segundos: La Mari había reemplazado al chaval que había estado previamente en cuclillas y le chupaba la polla a un rubio de bote, con pinta de macarraza total, que ahora había pasado de estar de pie a estar sentado en la taza del water. Éste a su vez le comía con igual intensidad el rabo al colega, antes en cuclillas y ahora de pie. El macarra al verme paró un instante de chupársela a la maricona, un chaval de no más de 20 años, que se notaba que era el que más incomodo estaba en esa situación:
No te quedes ahí, pasa y cierra la puerta, ordenó, dirigiéndose a mí.
La Mari continuaba con su mamada, de manera increíble, a un ritmo cansino, deleitándose en cada lametazo, en cada chupada, una mano apoyada en las rodillas del macarra y la otra restregándoles los huevos sin parar. No se había inmutado ante mi presencia inicialmente, pero al cerrar la puerta detrás de mi no tuve mas remedio que pegarme contra su espalda. Al sentir la presencia de otro invitado más al festín, lejos de asustarse, se incorporó, sin dejar de succionar la polla del macarra y su culo quedó deliberadamente apretado contra mi polla, balanceándose muy despacio, buscándome e incitándome a participar. La sorpresa inicial se mantenía intacta pero mi excitación superaba ya cualquier otra circunstancia.
 
Mis manos sujetaron sus caderas y apreté mi polla contra su culo, frotándome contra él desesperadamente. De manera precipitada metí la mano por debajo de su vestido, entre sus muslos, hacía arriba buscando su coño, su culo, mientras La Mari separaba aun más las piernas para que no hubiese ninguna duda de que me estaba facilitando el camino. Tenía empapadas las bragas y los muslos, y aunque no dejaba su labor de mamona profesional se estremeció cuando mis dedos apretaron con más intensidad en el clítoris. El macarra, que estaba ahora más pendiente de mí que de su efebo, me increpó:
-       ¿A que esperas?, ¡Fóllatela de una vez!
 
 
Yo no recordaba estar tan excitado en mucho tiempo. Le subí el vestido de saco por encima de las caderas y pude ver sus muslos y un enorme culazo, en pompa y pidiendo guerra a gritos. Prácticamente le arranqué las bragas, dejándoselas a la altura de sus rodillas, aunque ella cerró un instante las piernas para dejar hábilmente que cayeran hasta el suelo. Se le veía un chochazo impresionante, con abundante vello y completamente mojado, al que restregué con mi mano, muy fuerte, por encima un par de veces, y sin apenas esfuerzo metí un par de dedos dentro. Estaba a punto de correrme y ni siquiera había sacado mi polla del pantalón. Tan pronto y torpemente como pude, me desabroché la bragueta, y me la saqué. Fui claramente el desencadenante para que el macarra se corriera de manera espasmódica en la boca de La Mari, quien, de manera precisa había acelerado progresivamente el ritmo de succión hasta alcanzar su objetivo. El macarra estaba aun disfrutando de los restos de su orgasmo y me miraba ansioso porque yo estaba a punto de embestirla por detrás. La Mari seguía lamiendo, ahora muy suavemente, los restos de semen y sin volver ni una sola vez la cabeza hacía mí. Con ayuda de la mano frote la polla contra el clítoris y en unos segundos me metí dentro de su coño, tan grande y dilatado que me permitió no correrme de inmediato como pensaba que iba a pasar. En ese momento, además, el macarra con un movimiento seco y rápido se levantó y sentó a su compañero en su lugar. La Mari de manera natural sustituyó una polla por otra mientras el macarra, ya de pie, disfrutaba de mis empujones contra el culazo de la mamona. Me incliné hacía delante para agarrarme a sus tetas, que al tacto parecían mucho más grande de lo que había imaginado. El macarra al ver mis intenciones apartó bruscamente el vestido subiéndolo casi hasta el cuello, quedando al descubierto toda la espalda y el sujetador, que se lo arrancó prácticamente de un plumazo dejando al aire dos tetazas colgando a las que me aferré con ambas manos como un loco. Las apreté fuertemente, todo lo que abarcaban mis manos y especialmente sus pezones, que estiraba y apretaba bruscamente, de manera descontrolada. No pude más, un par de empujones que hicieron que su cabeza golpeara el pecho del dueño de la polla que estaba chupando y me corrí dentro de ella, con mi cara pegada a su espalda y ahogando mis gemidos contra su cuerpo. De repente y tras la ceguera temporal del deseo y los efectos del alcohol, aunque La Mari seguía sin mirar hacia atrás, me entró un ataque de pánico que hizo que me largará de allí a toda prisa. Subí las escaleras tan rápido como pude, subiéndome aun los pantalones.
 
 
Carlos y su hermana estaban bailando y nadie parecía echarnos de menos. Acabó esa canción, la siguiente, y dos más, y por fin vi aparecer a La Mari. Era imposible que supiese que yo había sido quien se la había follado diez minutos antes -mientras le comía la polla a dos maricones en el servicio de tíos de un antro de Madrid-, y lo que no sabía yo es como y en que momento habían llegado sus bragas a mi bolsillo.
 
No le había prestado ni un poquito de atención en toda la noche, y ahora al verla enfrente de mi… me daba un morbazo enorme saber que no llevaba bragas, algo que me vuelve ciertamente a cien, además recordaba su culazo, su chocho peludo y sus muslazos empapados por la excitación…
 
A. de Cirene

lunes, 23 de junio de 2014

MI REGALO DE CUMPLEAÑOS por Utópica


Estaba compartiendo conmigo fotos buscadas de internet cuando mantuvimos la siguiente conversación.
- Me encantan las fotos. Si eres bueno algún día podré un post.
- Sería un honor para mi que crearas un post con mis fotos.

Se acercaba mi cumpleaños y en una de las muchas conversaciones que mantuvimos le dije...
- Fíjate si soy buena que para celebrar mi cumpleaños voy a cumplir tres deseos que has expresado; a cambio, vas a saber porque mis amigos me llaman cabrona.

Deseo número 1.- Probar el bondage/shibari
Deseo número 2.- Tener un post en su honor.
Deseo número 3.- Ser mi regalo de cumpleaños.




P.D.: Sigo celebrando el cumpleaños con Colt.