domingo, 28 de octubre de 2012

SE BUSCAN DOS JUGADORES


Tan solo unas velas iluminaban la instancia de forma tenue, pero ellos apenas veían su reflejo a través del antifaz. Antes de entrar les tapé los ojos, con lo que no sabían ni donde, ni con quien se encontraban.
Lo primero, era atar sus manos.
Les puse uno frente a otro, colocándome yo en el medio. Mientras uno era atado, al otro le coloqué sus manos sobre mis caderas, que fue acariciando mientras nuestro compañero de juego obedecía mis gestos sin rechistar.

Una vez hube terminado, me volví, colocando las manos atadas sobre mis nalgas, permitiendo un contacto que, lejos de excitarle, comenzó a desesperarle ya que apenas si podía tocarme con el anverso de su mano.
Con ambos atados, sus manos cayendo sobre su cuerpo, impidiendo la visión de sus sexos, tan solo levemente excitados; dí un paso atrás para observar la escena. El reflejo de las velas sobre sus cuerpos perfectamente depilados, era digno de una foto.
No tenía claro por donde seguir, hasta que el jugador llamémosle, Uno, comenzó a mostrar su nerviosismo. Me acerqué a él, sus manos comenzaron a temblar, le  susurré al oído un apenas audible:
-         Tranquilo, confía en mí.
Mi mano roza suavemente su brazo y su cabeza va hacia atrás, buscando mi boca y un nuevo contacto. Lo siente, pero sobre sus caderas, ya desnudas, que acaricio despacio, bajando poco a poco su ropa interior, que es lo único que le queda puesto. Me pongo de nuevo frente a el, dibujando con mi lengua sus labios. Un paso atrás me ayuda a  deleitarme con la imagen de su cara, ya más relajada, sacando su lengua buscando el ansiado beso. Se que eso le tranquilizaría, pero no ha venido aquí para estar tranquilo.
Vuelvo a colocarme tras el, comenzando a recorrer su cuerpo desde su espalda, poco a poco, hacia sus nalgas.
Esa postura me permite observar como Dos inclina su cabeza ligeramente, escuchado atentamente los leves sonidos que se producen, y buscándome.
Un solo paso al frente y ambos se encontrarían, pero sabía que querían jugar, sabía que sabían jugar, y que solo se movería cuando yo se lo pidiera.
La visión de Dos sumiso y entregado me excita casi tanto como notar la respiración agitada de Uno. Yo también cierro los ojos para deleitarme con ese bello sonido, pero mis manos siguen bajando hasta adentrarse entre sus nalgas, haciendo que mis dedos se escondan entre ellas. Sus suspiros son más audibles, y Dos comienza a ponerse nervioso, probablemente preguntándose cuando llegará su turno.
Abrazo a Uno desde atrás, acariciando su espalda con mi pecho desnudo, muerdo levemente su cuello y su cabeza se inclina ofreciéndome una oreja que, se, en el es casi otro órgano sexual. Comienza los susurros mientras mis pezones están erizados ante el contacto y mi lengua no deja de adentrarse de cuando en cuando al tiempo que le hablo.
Una de mis manos va a su sexo.
-         Mmmm, veo que estoy consiguiendo el efecto deseado.
Sus nalgas van hacía atrás.
-         ¿Me estás ofreciendo tu culo?
-         Si, me muero por que me folles.
-         Lo se, pero nunca me gustaron las cosas fáciles.
Con un movimiento brusco, le doy la vuelta colocando sus manos sobre una mesa. Mi lengua comienza a recorrer su cuerpo, bajando desde el cuello hasta perderse entre sus nalgas.
Mis dedos las acarician, disfrutando de la humedad que han provocado y notando como, poco a poco, también tu culo se va relajando y entregando.
Sus jadeos se hacen más audibles, haciendo que Dos, se mueva nervioso.
Voy a buscarle; agarrando sus manos, le llevo junto al otro jugador, pero coloco sus manos sobre mis caderas, que pronto se arquean para continuar lamiendo en el punto justo donde me había quedado.
Mojo mis dedos y vuelvo a meterlos entre tus nalgas, comenzando a jugar con tu ano, tan excitado a estas alturas que apenas mi dedo si encuentra resistencia.
Sus caderas van adelante y atrás buscando mas contacto, buscando ser penetrado.
Retiro mis manos y le acaricio con mi pubis, para que sienta la humedad que me está provocando. Vuelve a echar sus nalgas hacia atrás…
-         Aun no, quiero verte arder de deseo, quiero sentir como te retuerces buscando algo que te folle.
Dejándole con el culo en pompa, me doy la vuelta, agarrando con desesperación la boca de Dos, a quien ese contacto pilla desprevenido. Me moría por sentir un beso, pero más desesperación es la que deseo de ellos.
Intuyen quien es quien, pero apenas una docena de frases intercambiadas les ha traído aquí. No se conocen, solo la confianza y el deseo les ha llevado a jugar este juego.
Me arrodillo frente a Dos, metiendo su polla en mi boca sin previo aviso. Pronto comienza a crecer ante el contacto de esa lengua que, despacio, la acaricia. Como puede, con sus manos atadas, presiona mi cabeza, lo que le vale una palmada en el culo.

Permanece entonces quieto, acariciando mi cabeza, mientras su polla continua creciendo.
Me levanto y, esta vez en alto, para que ambos me escuchen digo:
-         Mira como se te ha puesto la polla, está deseando encontrar algo que follarse.
Guiándole, le llevo frente a Uno, restregando su polla por el culo hambriento.
Se que no es esa polla lo que quiere Uno, ni ese culo el que Dos desea, pero a ambos les une el deseo de complacerme y por eso se entregan a mi juego y a mi mente.
Las manos de Dos se apoyan en Uno como puede y sus caderas comienzan a contonearse graciosamente. Mis manos, hasta ahora, recorriendo los pechos, se adentran, poco apoco entre sus piernas, dispuestas a comprobar el efecto que el juego está consiguiendo en sus pollas.
-         Uffff, vaya dos “zorras” estáis echas, así es como quiero veros.
-         Fóllame. – dice Uno, deseoso de sentir sobre su cuerpo el baile de mis caderas.
-         ¿No te vale mi amigo?
-         No, fóllame tú, sabes que estoy aquí por que quiero que me folles.
-         No. Estás aquí porque tu culo necesita una buena polla, y eso es lo que vas a tener.
Ambos jadean, cada palabra tiene el efecto de excitarles aun más y en mi, de producirme un hambre voraz.
Lamo su polla, la restriego por mi cara, como sus huevos, entre jadeos le escucho gritar.
-         Si, es tuya, sigue.
Mis manos abren sus nalgas y acarician la otra polla, erecta y ansiosa de actuar,  pero sin dejar de lamer, y chupar.
De pronto me levanto y, por fin, le beso con furia.
-         Te gusta el sabor a polla en mi boca.
De nuevo le beso.
-         Pues aquí tienes el sabor de dos.
Intenta desatarse, buscando un contacto con mi cuerpo, las mías buscan de nuevo sus nalgas, abriéndolas nuevamente para jugar con la polla de Dos.
Jadea.
Grita.
Dos mueve las caderas más rápido, casi en embestidas.
-         Fóllame Uto. No me dejes así, sabes que no le quiero a él. Te quiero a ti.
Antes de que se de cuenta, le penetra de manera casi brutal, grita, entre desesperado, cabreado y excitado, siente sus manos en sus caderas, se retuerce, no se sabe si queriendo escapar o buscando mas embestidas. Mis uñas arañan sus caderas y siente mi pecho desnudo sobre su espalda. Solo entonces se da cuenta de su error. Le acaricio despacio, intentando calmar su cabreo; bajo el ritmo de la penetración, desato como puedo sus manos y le echo sobre la cama. Lamo su oreja, la mordisqueo.
-         Ya estás donde querías, ahora te quiero a mil, quiero que te mueras de deseo, que grites pidiendo mi polla.

Apenas si me muevo, quiero penetrarle despacio, sentir como tu cuerpo se entrega, escuchar suavemente tu respiración.
Dos no deja de tocarme y acariciarme, a tientas y aún con sus manos atadas. Como puedo, le desato también. Ha llegado el momento de sentir esa pasión controlada sobre mi cuerpo.
Abrazo a Uno, haciendo que grite, probablemente de dolor placentero.
-         ¿Te gusta?
-         Si, sigue.
-         Pídemelo
-         Sigue.
-         ¿Eso es todo lo que sabes pedir?
-         Fóllame cabrona, fóllame como tú sabes.
Dos, desesperado, se quita el antifaz, me besa y, por unos segundos se deleita con la imagen de Uno en el espejo, apenas el tiempo justo de reparar en mi gesto, si cabe, aún más excitado que el de Uno. A través del espejo busca una aprobación que, a estas alturas, no necesita y, haciéndose hueco entre los cuerpos, siento como poco a poco su polla va invadiendo mi cuerpo.
Unos pocos movimientos buscando el acoplamiento perfecto y Uno adivina lo que está pasando por la fuerza que le penetra.
Le quito el antifaz y, tras acostumbrarse de nuevo a la luz, sonríe aprobando la imagen que recibe del espejo.
-         Bueno, ahora ya nos conocemos todos, llegó el momento de empezar a jugar.
Dos embiste con fuerza mientras mis manos buscan acariciar la polla de Uno, que echando una mano atrás intenta acariciarme, hasta que una nueva embestida le hace poner ambas manos sobre el colchón intentando no caerse.
A partir de ese momento, el ritmo se vuelve desenfrenado y las caderas bailan a ritmos rápidos. Vuestros rostros en el espejo me excitan casi tanto como lo que estoy viviendo.
Mi cabeza se vuelve hacia atrás buscando el contacto de dos bocas; los gritos, los suspiros, los jadeos se suceden.
Poco a poco voy parando el juego.
Me tumbo junto a Uno, buscando su boca, Dos se tumba sobre mí, uniendo su boca a nuestro juego.
En pocos segundos, os hacéis con el control de la situación y vuestras manos buscan mi sexo. Me dejo hacer, tranquila, hasta que vuestras bocas, por primera vez, se unen frente a mí, entonces el poco de calma que tenía, desaparece. La necesidad de una pausa, se esfuma, y ambos acaban rodeados por mis brazos, mientras mis manos acarician sus nalgas, en un beso a tres.
Casi sin darme cuenta, mi cuerpo es invadido por dedos juguetones que me hacen retorcerme. Las bocas se reparten mis pechos y otras manos acarician mi cuerpo. Ahora soy yo la que jadeo, la que me entrego y me contoneo, pero se que no durará mucho, se lo que deseo de vosotros, y esto solo forma parte del juego.
Me levanto, despacio, dejándoos a uno frente a otro, os miráis sin saber que decir ni que hacer, esperando mi siguiente movimiento.
Doy la vuelta a Uno, elevando su culo hasta la altura de mi pubis mientras Dos observa.
-         No mires, te quiero igual de perro cielo.
Agarrando de nuevo sus caderas, le pongo a la altura deseada. Esta vez es Dos el que va a recibir la furia de mi deseo, sin olvidarme de Uno, para el que he reservado un Dildo.
-         Ahora es a ti a quien quiero escuchar gritar.
-         Pues empieza a darme lo que deseo.
Poco a poco mi polla le penetra, mientras acaricio sus nalgas dándole pequeños azotitos. Me agarro a sus caderas, atrayéndolas hacia mi, llegando más allá en cada embestida, consiguiendo jadeos más profundos en cada movimiento, de momento calmados, y seguirán siendo así hasta que le escuche gritar pidiendo más.
Ver esos culos, a los que tantas ganas he tenido, esperando ser follados, ufffff.
Por fin son míos, y no voy a desaprovechar la oportunidad de disfrutarlos hasta el final.
Es difícil describir las sensaciones que me invaden, la lujuria y el deseo con el que los miro, la sensación  de victoria al verles tan entregados, la impresión de trabajo bien hecho al saber que he conseguido el objetivo,  que ambos se dejen llevar por el juego y por mi fantasía, al fin, convertida en realidad.
Ensimismada en estos pensamientos, me saca de ellos un grito de Dos.
-         Fóllame mas, necesito sentir tu furia en mi culo.
-         Mmmmmm, creo que no te he escuchado.
Uno mira a su compañero de juegos, y vuelve la vista hacia mí.
-         Fóllame más fuerte, necesito sentir que me posees, y no solo mi culo.
Muerdo mis labios y ejerzo toda la presión sobre mis caderas de la que soy capaz.
Una toalla entra en acción, pasa por debajo de su cuerpo y agarro con fuerza las puntas con ambas manos, eso me da el punto de apoyo necesario para embestirle con toda mi fuerza.
Ahora sus gritos son mayores.
-         Si, esto es lo que necesitaba. Fóllame nena, fóllame.
El roce del arnés contra mi pubis, los gritos de ambos, el contoneo de sus culos buscándome…. No creo que aguante mucho sin tener un orgasmo.
Mis caderas no dejan de bailar sobre el culo de Dos, y mis manos no dejan de moverse sobre Uno; busco sus pollas, y veo que están muy excitados, aunque, ese gesto no era necesario, solo escuchándoles, lo se.
Salgo de dentro de Dos, y voy a por el culo de Uno, que, aunque no ha dejado de ser penetrado, necesita más caña que la que le he estado dando.
Ni rechista cuando el arnés, que no he dicho, es de considerable tamaño, le penetra; al contrario, busca el acoplamiento moviéndose despacio, hasta que, considerándolo colocado, comienza a moverse adelante y atrás.
Dos, demasiado excitado tras su momento, busca follarme, pero los movimientos rápidos que estoy propinando a Uno se lo impiden, a si que, empieza a jugar con mi culo.
-         Si, así, fóllame, sigue nena sigue.
Cada palabra suya da más velocidad a mis movimientos.
Cada jadeo me da mas fuerza.
Cada grito hace que agarre con más ímpetu la toalla.
Cada arañazo sobre las sabanas consigue que imprima mas fuerza sobre su cuerpo.
Ahora si, un profundo jadeo les da a entender que mi orgasmo ha llegado, pero quiero más, necesito mucho más.
Me tumbo sobre la cama, retiro el juguete y casi en un grito les pido:
-         Follarme, no puedo mas.

Sin pensarlo mucho, Uno se vuelve y, en un solo gesto, rápido y autoritario me coloca sobre su polla, agarrándose a mis caderas, que mueve deprisa. Dos intenta ralentizar los movimientos buscando su lugar, que no le cuesta mucho encontrar, y empieza a dirigir los movimientos a su antojo. Al principio el dolor hace que necesite un rato para hacerme con la situación, pero rápido disfruto como nunca.
Palabras obscenas salen de sus bocas, consiguiendo que mi excitación aumente, los orgasmos se suceden haciendo que mi cuerpo estalle en mil convulsiones de placer, hasta tener la sensación de no poder con mas placer. Los gritos de ellos me dan a entender que no les queda mucho para correrse, lo que me hace parar.
-         Chicos, ni se os ocurra correros, no quiero que Durex se quede con algo que es mío.
A Dos no le veo la cara, pero Uno sonríe elevando mis caderas para salir de dentro de mí. Dos hace lo mismo, y yo, ahora con la misma obediencia y sumisión que antes me han brindado ellos, me arrodillo, acariciando mi pecho como lugar señalado para recibir mí premio.
Mientras mi lengua les acaricia, veo sus caras, desencajadas y excitadas y se que la mía les corresponde, quizás con una mirada mas lujuriosa.

No puedo evitar morder mis labios, hasta el punto hacerme daño. Es curioso, pero, en este momento son tan diferentes…. Uno cierra los ojos, absorto en tocarse, sin embargo, Dos ha fijado sus ojos en los míos, y eso me incita a comenzar a acariciar mi sexo y a susurrarle con la intención de que lea mis labios.
-         Tócale.
Sin pensárselo mucho, dirige una de sus manos a Uno, comenzando a acariciarle, este abre los ojos y, al ver que es Dos el que le toca, y los jadeos, junto con el movimiento más rápido que eso produce en mí, le hace corresponderle.
Ahora ambos me miran, mientras no dejan de tocarse, y yo no dejo de tocarme mientras me acerco a un nuevo orgasmo.
-         Quiero mi premio.
No se si han sido mis palabras o la cara de deseo con que las he pronunciado, pero Uno, no puede más y comienzo a notar su leche sobre mi pecho, ese gesto es lo único que me faltaba para que mi orgasmo llegue, y parece que, mis jadeos eran lo ultimo que Dos necesitaba para acompañar a su compañero de juegos.
Mis manos vuelven a acariciar mi pecho, lujuriosas, restregando mi premio por todo mi cuerpo. Me levantan y, de nuevo nos fundimos los tres en un beso, más tranquilo que los previos, quizás, de agradecimiento.





Ya se que parece que en esta historia somos 3 jugadores, pero no, hay muchos más.
Evidentemente, UNO y DOS, que, antes casi de saber de que iba la historia, estaban como voluntarios.
EL INCITADOR, que con una sola palabra en el momento adecuado, “fóllame”, ha sido capaz de desatar a la fiera.
LA INSPIRADORA, Rachel, que no necesita saber lo que pienso para tener claro lo que pasa por mi mente, y me dio las primeras frases de esta historia.
A, el eterno A, que, con un solo correo hace que me deshaga de la pereza y plasme en palabras lo que pasa por mi mente; mente que el incita a la perversión y la lujuria como nadie.